El fútbol llega a Riazor como una especie de realidad que se puede tocar, que se ve. Tras una semana con el asunto electoral en primera línea informativa el domingo se presenta como la vuelta a los orígenes. Tenía razón Arizmendi cuando contestaba a una petición de una valoración de una de las candidaturas “para que todo esto ocurra nosotros tenemos que jugar...”. Sin los puntos, sin el rendimiento, no hay Deportivo. Ni proyectos ni candidaturas.
Las habas de este negocio se cuecen en los metros de campo. Si el equipo gana todo es más fácil. No digamos ya ascender. Los jugadores, el cuerpo técnico, tienen un papel fundamental en esta nave y han hecho bien en enclaustrarse en el trabajo y preparar a conciencia el choque contra el Alcorcón.
Fernando Vázquez no se deja llevar por la corriente. Hay entrenadores que aguantan con sus máximas hasta el final, por cabezonería, poca capacidad de reacción, porque realmente creen que el ‘no tocar’ será la solución aún cuando los puntos no lleguen. Pero el entrenador del Deportivo no es así, quizá porque lleva toda la vida buscando soluciones en sus equipos.
Para doblegar al Alcorcón hay que hacer las cosas bien. Es un once acomodado en la categoría. Sabe a lo que juega y falla poco. Defiende bien, utiliza el balón parado... Es un equipo ‘atento’ a cada lance del juego. El Deportivo tiene calidad y está bien entrenado, eso es evidente, pero -por la propia composición de la plantilla y el tipo de jugadores- es un once que, a veces, ‘se despista’. Sin entrar todavía a hablar de los arbitrajes, es evidente que en algunos lances a balón parado, o tras encajar en Gijón, quizá en momentos ante el Murcia, más con ‘arreones’ que con fútbol, el rival metió en problemas a un once con muy pocos ‘perros de presa’. El Alcorcón utiliza bien sus armas y no es ajeno a jugar con contundencia.
Así que, con todos atentos, los once y los 25.000, hay que encarar el partido. Luego viene el fútbol. Si finalmente Vázquez juega con dos puntas en una variación del esquema habitual y Juan Carlos entra en el partido como titular estaremos ante un cambio significativo con respecto a lo mostrado hasta ahora. Es una de las soluciones antes citadas. No hay extremos como Salomao, no hay jugadores de banda ‘puros’ como Bruno Gama. Es una enorme ventaja tener a futbolistas como Arizmendi o Culio, pues se adaptan a todas las posiciones con un rendimiento notable, pero no es menos desventaja no tener más alternativas. Juan Carlos podría meterse en el centro del campo por tendencia, aunque si esto ocurre, Laure tendrá una banda entera para atacar (y defender). Veremos el papel de Culio por la izquierda. O puede que Fernando siga planteando un partido con un punta más retrasado y sólo cambie ‘los cromos’. El caso es que el profesor no se duerme. El encerado está lleno de ejercicios. Está atento el míster.
Arias López, de la delegación cántabra, arbitrará el partido. No es habitual escribir del colegiado antes del encuentro, pero las últimas decisiones de los trencillas hacen que hasta haya que presentarlos. Con este árbitro el Depor ganó sus cuatro envites hace dos temporadas. Ante el Huesca, por ejemplo, en el día del ascenso, o el loco 4-3 al Elche. Con todo el respeto que el estamento arbitral se merece, muchos colegiados, sobre todo gallegos, han sido críticos con las actuaciones que ha soportado el Deportivo. Todas las decisiones dudosas de todos los árbitros que han dirigido todos los partidos hasta la fecha han favorecido a los rivales. Todas. Es la cruda realidad y, de seguir así, en unas jornadas más, no les extrañe una queja formal desde el club aunque a lo mejor no sirva para nada. Veremos cómo le va al juez cántabro esta tarde en Riazor. A ver si también está atento.
La afición necesita una victoria ‘ya’. Aunque si no llegase, esto es el Depor y éste el deportivismo, una masa forjada a fuego en los últimos años en torno a un sentimiento y a unos colores con una inyección de juventud que la hace una afición muy grande. Todo se perdona, pero salir del estadio con la sonrisa de los tres puntos en la cara es muy necesario. Pasando de objetivos y pensando en el partido, que es lo que hace Riazor, va la tercera en casa y tiene que ser la vencida. Hay que descorchar la victoria local, que se calienta la botella, y es la clave de futuros brindis por esos objetivos que, la verdad, hoy importan poco. Hoy, despiertos y atentos a lo que toca.
Importa otro partido en casa que debe acabar con la primera de una serie de victorias de confianza, do país, las que se consiguen en tu feudo. Aunque sea el tópico de todos los años -que lo es- también es axioma del fútbol: Hay que blindar el estadio. Han volado seis puntos y los puntos siempre se echan en falta.
No cabe duda que el equipo está en construcción y necesita ayuda desde la grada. Eso también es cierto. Hay profesionales que llevan mes y medio entrenando, otros ni eso y alguno acaba de llegar. La irrupción ilusionante de los futbolistas de la cantera sonríe al futuro, pero para cambiar el devenir del partido desde el banquillo, soportan una enorme responsabilidad. No pasa nada. Salen los Bicho, Luis, lo intentan todo. Pero son talentos que acaban de aparecer. Hace falta paciencia, también en la grada y en cada partido.
Todos ‘atentos’, Riazor.