Diez horas apasionantes

ANNA Gabriel, la mayor influencer de la Cataluña contemporánea, pues ha puesto de moda cortarse el pelo al estilo de las nekanes, vive en Suiza un exilio en el que hasta puede pasar por una niña pija, con su melena suelta y sin flequillo. Pero la pobre debe de estar deprimida, porque ve que todo lo que construyó se queda en una parvada. En sus tiempos, la CUP lanzó una campaña para impedir el “manspreading” –sentarse en el bus con las piernas abiertas–, incluso propuso desterrar las compresas y sustituirlas por copas menstruales. Fue un poco más allá y condenó la palabra penetración –por machista–, y exigió sustituirla por “envolvimiento”, para que el sujeto del acto sexual sean la vagina y el útero, que envuelven, en vez del falo, que penetra. Todo eso es pataca minuta, que diría Caneda, en comparación con un curso organizado en Valencia, subvencionado con dinero público, para analizar “la influencia del capitalismo en la menstruación”... Está vetado a los hombres y solo podrán participar “cuerpos que menstrúen”. Menos mal que las clases únicamente duran diez horas.

Diez horas apasionantes

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