Vergüenza y dolor

"Allí donde la toques, la memoria duele”, decía el poeta. Y claro que duele la decisión de Sánchez de borrar el Sahara de la memoria española al dar a Marruecos vía libre para acabar con la resistencia y los derechos de un pueblo oprimido y perseguido y quedarse con un territorio que España estaba obligada a proteger. Un territorio para el que la ONU diseñó un referéndum que Marruecos abortó con una ocupación invasora. Lo ha hecho Sánchez con nocturnidad y alevosía, sin debatirlo en su Gobierno, sin llevarlo al Parlamento y sin informar al principal partido de la oposición, demostrando que la política exterior tampoco es ya una cuestión de Estado. A Sánchez sólo le interesa solucionar sus problemas, al precio que sea.


Siento vergüenza y dolor por Aminatu Haidar, esa saharaui valiente que estuvo 32 días en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote porque Marruecos no le dejaba volver al Sahara y que ha luchado en la denuncia de las matanzas perpetradas por Marruecos contra el pueblo saharaui. Y por Tarbak Haddi, que inició otra huelga de hambre porque no le dejaban ver el cadáver de su hijo, muerto en una de las terribles prisiones marroquíes. Vergüenza y dolor por ese gran pueblo que, a pesar del olvido de todos los Gobiernos de España, desde hace casi cincuenta años, ha seguido manteniendo su herencia española y nuestro idioma. Vergüenza y dolor por esas miles de familias españolas que durante años han acogido en verano a miles de niños saharauis y por esos médicos que les han curado de múltiples enfermedades, imposibles de atender en las precarias condiciones del desierto de Tinduf.


Vergüenza y dolor por esos centenares de abogados españoles que durante años han acudido a El Aaiún a dar apoyo legal a sus compañeros y a los activistas saharauis, impidiendo que los juicios fueran un simulacro, reduciendo las durísimas condenas y logrando que muchos salieran de las cárceles. Muchas veces esos letrados fueron retenidos, secuestrados y expulsados. Pero siempre volvían. Vergüenza y dolor por muchos socialistas de bien que protestaron durante años por la opresión marroquí a los saharauis, por su anexión ilegal del territorio y que exigieron un referéndum. “Me comprometo con la historia. 


Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final”, les dijo Felipe González en 1976. Y todavía en 2019, ese compromiso era parte del Programa Electoral del PSOE de Pedro Sánchez. Vergüenza y dolor por los políticos y periodistas españoles a los que Marruecos trata de silenciar, ha impedido viajar a las zonas de conflicto o, directamente, les ha expulsado.


Vergüenza y dolor por esa extrema izquierda que decía defender los derechos de los saharauis y que ahora sigue en el Gobierno, no convoca ni asiste a ninguna manifestación y calla dolosamente. ”Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”. Puro marxismo. De Groucho. Sánchez se equivocó con la impresentable gestión del “caso Ghali” y ahora, cree, entregando el Sahara y dejando a los saharauis a la intemperie, que ha logrado “reconducir” las relaciones con Marruecos y que de nuevo será el gendarme que impide los flujos migratorios a España. Se equivoca. Marruecos pedirá más, volverá al chantaje cuando le interese y seguirá reclamando Ceuta y Melilla, esas ciudades que no visitan los Reyes de España para no molestar al “vecino amigable” y que, hoy, gracias a la decisión insólita de Pedro Sánchez, continuando otros errores de Zapatero, están más cerca que nunca de ser moneda de cambio.


Vergüenza por el presidente de mi Gobierno y dolor por un pueblo al que le han quitado su dignidad, su derecho a una tierra, a ser una nación y a vivir en libertad.

Vergüenza y dolor

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