El talento no entiende de edad

Siempre he sido de escuchar la radio en mis desplazamientos en coche, noticias en los trayectos cortos, música y podcasts en los más largos, especialmente cuando viajo sola. Esta semana, entre negociaciones políticas, coletazos de las polémicas en la dirección del fútbol español y del elevado coste promedio de la vuelta al cole, se coló la noticia de un jubilado de 80 años quién recogió casi 50.000 firmas para que mantengan a su profesora, Pilar Ruiz, de 75 años, en su puesto de docente de escritura creativa en UNED Sénior.


Inmediatamente salta la palabra “edadismo” y mi reflexión al respecto. Un “palabro”/concepto que hemos ido incorporando en los últimos años a nuestro vocabulario, referente a la discriminación por edad y que afecta, mayoritariamente a profesionales mayores de 50 años. Entre los estereotipos más frecuentes podemos oír la dificultad para adaptarse a las nuevas tecnologías, a las formas innovadoras de trabajo en equipo o la menor capacidad para desarrollar nuevas habilidades o asimilar aprendizajes. Parecería que estas personas son “aparatos domésticos con obsolescencia programada” y que llegada una determinada edad dejan de rendir adecuadamente o se apagan. Tuve un claro ejemplo de romper dichos “clichés” en mi padre, Albino Mallo, quién se acostumbró a la prensa digital aunque seguía “devorando” los periódicos cada vez que iba a la cafetería, descubrió las redes sociales y no dejó de escribir un solo día en sus muros hasta una semana antes de su partida, y sustituyó rápidamente las enciclopedias por los buscadores de internet y el equipo de música por el Spotify y el “yotuvi” (como le llamaba él). Y como él, seguramente muchas personas, ávidas de aprendizaje, se van adaptando a las novedades y necesidades de cada momento.


El talento no entiende de edad, como tampoco de género, raza o cultura. El valor profesional no se va perdiendo con los años, por el contrario, las personas vamos adquiriendo un conocimiento, tanto técnico como en habilidades blandas, que puede ser muy interesante para una empresa. La diversidad en los equipos enriquece y, en este sentido, es importante tener en cuenta perfiles variados en cuanto a formación, pero también cultura, género y por supuesto edad. La colaboración intergeneracional no sólo enriquece el flujo de conocimiento, sino que también puede impulsar la innovación y acelerar el crecimiento de una compañía. En este sentido, aprecio y defiendo los programas de mentorización, los procesos de prácticas, el traspaso de conocimientos de una generación a otra de una manera bilateral. Aprendemos, sin duda, mejor en equipo que de manera individual.


Pero esto no atañe únicamente al ámbito laboral, los medios de comunicación, la publicidad, también tiene que vencer esas barreras y promover una representación equitativa de todas las edades, destacar las historias de personas mayores que desafían los estereotipos. Iman, Lauren Hutton o nuestra más cercana Ángela Molina han vencido esos tópicos, protagonizando campañas exitosas.


Como decía Mark Twain “La edad es un tema de la mente sobre la materia. Si no te importa, no importa.”

El talento no entiende de edad

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