La galería Vilaseco ofrece la muestra “Lindeira” de Sonia Navarro (Puerto Lumbreras, Murcia, 1975), licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada y con una exitosa trayectoria profesional que le ha proporcionado algunos premios y participaciones en proyectos y la ha hecho merecedora de numerosas becas; desde 2020 participa en ARCO de forma ininterrumpida con la galeríaT20 y en numerosas ferias internacionales. La exposición está conformada por catorce piezas que constituyen una forma de homenaje a tantas generaciones de artesanas anónimas que practicaron la costura y otros oficios tradicionales; también quiere dar testimonio de sus inicios en estas habilidades de manos de sus abuelas y tías. Lo primero que llama la atención son las cuatro grandes piezas que titula “Balcón I,II,III y IV” y que penden a la manera de enormes tapices desde el techo al suelo; están realizados con pesada tela de fieltro negro, a la que ha añadido, a modo de patchwork algunos estrechos retales de color pardo, azul o gris que actúan como zonas claras que buscan romper la oscura opacidad que absorbe toda la luz. La predominancia del negro opaco puede leerse también como un símbolo del anonimato a que ha estado sometido desde siempre el trabajo artesanal, pues se percibe la idea de ocultación y de invisibilidad que es apenas rota por las líneas o pespuntes de cosido trazados por la mano que movió la máquina y que recorren el tejido a la manera de caminos, son líneas sutiles y delgadas que en el remate dejan hilillos sueltos en el aire y están ahí dando fe del trabajo silencioso y operando como signos de indicio. Otro aspecto de sus creaciones es que las compone como geometrías irregulares, en las que juega con márgenes recortados y con zonas “rotas”, propicias para nuevos añadidos; también se siente el peso de la caída que se traduce, antitéticamente, en una cierta ondulación que habla de escondidos y sutiles movimientos y de rincones ocultos; juega igualmente con la ambigüedad, pues a la vez que tapiza el espacio crea contrastes de sombra y de luz en la pared y genera rincones ocultos o esos linderos a los que alude el título. “Caminos de trazo” son un grupo de pequeños cuadros realizados a la manera de collages o puzles sobre un fondo de papel craft ocre dorado que pueden recordar diagramas, tierras de labor o mapas topográficos, también hay alguno con reminiscencias vegetales. Completan la muestra dos piezas escultóricas realizadas con esterillas de esparto y plegadas de tal modo que crean planos superpuestos en forma de recortes geométricos y contrastes de luz y de sombra equivalentes a los de los murales, pero con el añadido ahora de las zonas de bulto y de los huecos que proporcionan poderosos volúmenes y hechuras dispares, según el ángulo de mira. Toda su quehacer expresa la tensión que se crea entre lo visual y las variadas interpretaciones que sus abiertas composiciones permiten, teniendo siempre como horizonte ese lindero inescrutable que queda más allá de la obra