La soledad en estos días

Decía García Márquez que “el secreto de la buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad” y en Galicia “firman” ese pacto unos 300.000 compatriotas que viven solos por circunstancias sobrevenidas: se fueron los hijos, la muerte de la pareja, la vida despersonalizada de las ciudades o las aldeas vacías de vecinos.  


Es la soledad no deseada que los mayores sienten siempre y de manera especial estos días de Navidad en los que se hace más duro no encontrar un vecino o un amigo con los que compartir “una parrafada”. “Paso semanas sin ver a ninguién, a miña compañía son o can e o gato”, decía triste y resignado un vecino de Os Ancares que lleva una vida “ao ritmo que toca”. Así es la soledad radical, compañera permanente que solo tiene como horizonte ver pasar el tiempo esperando un amanecer que no llega.   


Ayudar a nuestros mayores a sobrellevar esa soledad y a resolver sus problemas es la asignatura social pendiente y necesita -como actuación de primera instancia- que los gobiernos más próximos, concellos y Xunta, atiendan y ayuden a este sector de la población que será mayoritario dentro de pocos años.  


En esta línea hay que resaltar dos iniciativas relevantes de este año que se va. La primera fue el programa “Coidados porta a porta” de la Consellería de Política Social que llevó varias plataformas móviles (de la empresa gallega “Silman97”) por todos los concellos de Galicia, excepto las grandes ciudades, en los que profesionales especialistas les hacían revisiones de audiología, consultas de podología y de estimulación de la memoria. En esas plataformas los mayores recibían atenciones que aliviaban la sensación de soledad.  


La segunda iniciativa viene del pequeño concello de Ponte Caldelas donde la concejala Isabel Pregal implantó el programa municipal “edila a domicilio, contigo na casa” y visita periódicamente a los mayores del concello. “Isabeliña”, como le llama Dorita, una de las mujeres atendida, acude a sus domicilios, comparte un café y escucha sus penas y alegrías que forman parte del relato de su vida que no tienen a quien contar. “Cando falas con elas, dice la concejala, dáste conta de que o único que necesitan é que as escoiten”. 


Es que en esa etapa de la vida necesitan compartir los recuerdos del ayer que desfilan a borbotones por sus cabezas.  Esta iniciativa hace grande a Ponte Caldelas, que cunda el ejemplo.


“No me falta de nada, pero me falta de todo”, dicen con cruda ironía muchos mayores que viven solos. Por eso, atender sus problemas, visitarlos, escuchar sus relatos y hacerles compañía es lo mejor que se les puede dar para sobrellevar la soledad y la nostalgia que están presentes en la última etapa de sus vidas. Sobre todo en estas fechas. 

La soledad en estos días

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