Payasos y gobiernos

Escribí el poemario ‘Lauviah (De ángeles y moscas)’ en la idea denunciar esas mentiras universales en las que se asientan las locales. (Dioses y diablos en la pugna de las almas).


En esa coherencia, es justo denunciar las cotidianas mentiras u omisiones voluntarias de una certeza. En este caso, una omisión, la que a mi juicio cometen las asociaciones de víctimas al centrar sus críticas en los payasos pro-presos de ETA, acusándolos de adoctrinar a los niños en favor de los terroristas, obviando la diaria idealización que las instituciones hacen de la organización. Se debe denunciar la campaña de los payasos, pero no me parece justo personificar en ellos esa tremenda responsabilidad, la de legitimar a los asesinos. Los payasos, como los gigantes y cabezudos, solo son peligrosos cuando son municipales, quiero decir, institucionales.


Alzar la voz en su contra e ignorar la deslealtad de las más altas instituciones del Estado en la tarea de dulcificar, cuando no, justificar, el terror, es una omisión. Porque es en ellas donde la sociedad se mira y halla la legitimidad necesaria para someter a juicio al terrorismo en la medida de su crueldad. Es más, es de ellas de quien se espera que le marque una senda de cerrada defensa de su espacio vital frente a aquellos que lo achicaron y vaciaron de derechos, y que lejos de merecer el castigo y reproche, se les encumbra como defensores de esos mismos espacios, derechos y libertades.

Payasos y gobiernos

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