Isabel Seidell, en la galería de Arga

La galería Arga ofrece la exposición “FAMILY TIES” (Lazos familiares) de Isabel Seidell (Lübeck, Alemania, 1980), Licenciada en  Pedagogía, Filología Hispánica y Alemana, profesora en el campus de Orense y pintora de vocación que ha alimentado con asistencia a talleres de renombrados artistas. Casada con gallego, reside en Galicia desde hace años y aquí ha desarrollado su trayectoria plástica desde 2014, que ha sido coronada por nueve primeros premios, entre los que destacan los de pintura al aire libre, lo que, sin duda, da fe de sus extraordinarias aptitudes para el “plein air” o apuntes del natural que es donde puede desarrollar su profunda comunión con la naturaleza. Dotada  de una exquisita sensibilidad  e imbuida de la idea de que el arte tiene su génesis en las honduras  de la psique, todas sus creaciones dan fe de su apasionada contemplación y de su capacidad para captar con singular sutileza el espíritu del lugar. 
 

De este modo, el paisaje gallego, que es el protagonista de la obra presentada, aparece transfigurado en un escenario de vivos y sugerentes rincones, que capta de un modo libre, por medio de gozosas pinceladas  y vigorosos trazos con los que demuestra su maravilloso dominio de las tonalidades, en especial de los colores complementarios en su justa saturación. Bien alejada de un realismo huero, consigue captar la belleza fugitiva de un instante,  las formas huidizas que deja al pasar la viajera luz transformando flora, aguas, montañas, bosques o rocas en un fluyente y visionario jardín digno de las églogas de Virgilio; su técnica, a veces, se aproxima a una pura impresión de manchas casi abstractas; otras veces, nos trae ecos encantados de los nenúfares de Monet, recogiendo la orilla de un remanso oscuro en el que se refleja, con pinceladas sueltas, un vaivén de matas verde claro, entre las que asoman pétalos de color rosa. Hay en todo su quehacer un sentir poético, un hondo lirismo que se traduce en la creación de escenarios encantados, en los que abre rosados caminos entre altas montañas, o dibuja acogedores remansos que invitan al carpe diem; pero también nos puede llevar hasta los altos límites de una cordillera azul donde el horizonte perfila un inquietante más allá o puede introducirnos en el misterioso silencio de un  espeso y cálido bosque  en cuya umbría invita a perderse. Pasan nebulosas auras color malva cubriendo las tierras rojizas; se aquietan oscuras sombras negro-azuladas  junto a rincones de viva luz rosada, discurren las aguas de un regato creando meandros entre lisas rocas bulbosas o se desliza una cinta color turquesa  entre tres grandes peñascos rosados y la verde floresta, huye el atardecer entre ardientes ráfagas rojas que parecen desplazar el suelo y los oscuros montes. Transmite, así, atmósferas y ámbitos gozosos donde las formas se diluyen en una sinfonía de acordes tonales que propician un sentir sinestésico de arpegios visuales. De este modo, aunque el paisaje es el motivo inspirador abre rutas hacia lo inefable.

Isabel Seidell, en la galería de Arga

Te puede interesar