Hoja en blanco

Los miércoles son días de escribir. Si, me lo he tomado por costumbre, ni antes, ni a última hora, preparo el artículo semanal los miércoles, generalmente de tarde, buscando inspiración en los acontecimientos de la semana, en cualquiera de mis vivencias o en conversaciones “robadas”.


Es miércoles, 8 de la mañana, la casa está en silencio, el sol se cuela por las persianas italianas del salón y la temperatura todavía es agradable para esos más de 30º que se esperan alcanzar hoy. Me he levantado con energía después de un proceso gripal de 24 horas -gripe A, según el test- que me dejó tirada y con ganas sólo de dormir, así que es buen momento para ponerme con el artículo de esta semana.


Enciendo el ordenador, abro un documento nuevo ¡Vamos a ello! ¿De qué hablo esta semana? Esta pregunta no siempre se plantea porque muchos días recurro a las notas que voy tomando en mi móvil, atenta a los sucesos semanales, a mis experiencias, a algún que otro comentario escuchado y que me sirve de inspiración, pero hoy si, hoy me acompaso con el blanco del archivo recién estrenado. Síndrome de la hoja en blanco como diría el psicoanalista Edmund Bergler.


Me levanto, me preparo un café, repaso las notas de mi móvil, muchos temas ya los he ido tratando, otros tendrán sentido en otras fechas, por ahí no hay mucho. Noticias de la semana: ola de calor, proceso de investidura, el triunfo de la selección española femenina y los sucesos no deportivos que rodearon a éste; ya se han corrido ríos de tinta suficientes y no voy a añadir nada nuevo.  Vuelvo a la hoja en blanco y quizás simplemente ese es el tema de la semana, compartir mi experiencia del propio proceso creativo. Ya sabes eso de “Si no puedes con el enemigo, únete a él.” Así que hoy va de confesiones sobre lo que me ayuda para romper el bloqueo creativo y quizás te inspire a ti en tus propios procesos.


Imprégnate de ideas: decía la genial Patricia Highsmith, “Es realmente imposible quedarse sin ideas, ya que éstas se encuentran en todas partes. El mundo está lleno de ideas germinales.” Despierta tu curiosidad, presta atención a lo que te rodea.


Descansa, tómate tus tiempos para desconectar, airearte y permitirte “no hacer”, a veces ahí surge la inspiración. “Mejor parar y afilar las neuronas que talar sin descanso.”


Baja tus expectativas: he aprendido, a lo largo de los años, que no existen los grandes temas si no nuestra manera de contarlos, cuanto más genuinos, más interés suscitarán. Aprende e inspírate en otras personas para compartir desde tu sello de identidad, con tus palabras, estilo, formas.


Recurre a lo “manual”: coge una hoja de papel y escribe o dibuja, fluye con lo que surja de manera automática, sin evaluarlo, se producen conexiones neuronales que facilitan el desbloqueo.


Cambia de espacio: moverse físicamente aporta también una nueva perspectiva y como suelen decir , “libera las musas”.


Y hasta aquí lo que ha surgido esta semana, venciendo mi hoja en blanco. Cierro con una frase de Ana María Matute, quién confesó pasar 20 años sin poder escribir, sumida en una profunda depresión, pero superada ésta compartió: “Escribir para mí no es una profesión, ni siquiera una vocación. Es una manera de estar en el mundo.”

Hoja en blanco

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