Ganar para perder

Los resultados electorales tienen múltiples lecturas dependiendo de quien las haga y con la óptica con que las que se lean para buscar los mejores posicionamientos de cara a la opción que representa. Es la eterna historia a la que estamos acostumbrados cuando los políticos presentan sus balances posteriores al recuento de los votos. Es muy difícil encontrar que alguno de ellos reconozca de manera tajante y sincera que los resultados obtenidos son malos y demarcadores de que los propietarios de los votos no contaron con ellos para otorgarles la confianza para llevar a cabo acciones y gestiones públicas de signo político en nombre del pueblo. 
 

Una vez concluido el recuento del pasado domingo 23 J los perdedores se justifican con un argumentario muchas veces sin sentido, y los que se creen ganadores pretenden ejercer su derecho que le dieron los votos sin poderlo hacer de manera directa porque la suma de los sufragios es la regla fundamental de las mayorías para poder intentar la acción del gobierno.
 

Los comicios nos han dejado un panorama distinto al de otros sufragios. El vencedor se va a convertir en el perdedor, y el que no ganó la contienda electoral va a poder formar Gobierno con una serie apoyos de signo muy distinto con una veintena de partidos que van a componer su base central y de sustento con la aportación de la suma votos necesarios para la investidura.
 

Va a ser la primera vez que el partido ganador de las Elecciones no va a tener la posibilidad de recibir el respaldo de la Cámara para formar Gobierno. Esa es la grandeza de la democracia y de la celebración de unas elecciones en libertad y en las que queda marcado el deseo del pueblo, que es soberano, para otorgar la responsabilidad a un candidato para que pueda designar a su ejecutivo. Será un tiempo añadido a los últimos cuatro años, aunque ahora con   mayores ataduras para el que vaya a ocupar la sede oficial del Gobierno de España, la Moncloa. Todo ello con un ganador que se convertirá en perdedor. Y un perdedor electoral a la busca del voto entre nacionalistas, separatistas, independentistas y representantes de un tiempo pasado que dejó demasiados muertos en el camino.

Ganar para perder

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