Galicia también es el hogar de uno de los mejores panes del mundo. Aunque, como en cualquier lugar, también se puede encontrar pan mediocre, el nivel medio de este producto en Galicia supera con creces al de otras regiones. Pero, ¿cuál es el secreto que hace del pan gallego algo tan especial? Y, sobre todo, ¿cuáles son esos panes que hay que probar al menos una vez en la vida?
El pan gallego es una tradición. Su secreto radica en la calidad de los ingredientes, el tiempo dedicado a cada pieza y las técnicas artesanales que se han transmitido de generación en generación. Pero hay algo más: la tierra. Los trigos autóctonos, como el "trigo país", aportan un carácter único al pan, con un sabor profundo y una textura que se distingue al primer mordisco.
La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Pan Gallego ampara a aquellos panes elaborados de forma tradicional en Galicia, utilizando harina de trigo de la que, como mínimo, el 25% procede de variedades autóctonas. Además del trigo, los ingredientes incluyen agua, masa madre (fermento natural), sal y, opcionalmente, levadura biológica. Esta combinación resulta en un pan con una corteza crujiente, un interior esponjoso y un sabor ligeramente ácido que lo hace inconfundible.
Los panes amparados por la IGP se presentan en diversos formatos, cada uno con su personalidad:
Entre todos los panes gallegos, el pan de Carral (A Coruña) se ha ganado una fama particular. Con su corteza crujiente y miga esponjosa, este pan se sigue haciendo en hornos de piedra, usando fuego de leña o pellets para mantener ese sabor auténtico que lo ha convertido en uno de los más reconocidos de España. Este fin de semana, 10 y 11 de mayo, se celebra en Carral la Festa do Pan, una oportunidad perfecta para disfrutar de este manjar y conocer de cerca la tradición que lo rodea.