Yayoi Kusama y Louis Vuitton anuncian su segunda colaboración, unir a la artista nipona con la maison francesa en un deseo conjunto de materializar el infinito. Yayoi es una artista de culto, escultora, pintora, cineasta, escritora y performance, con aspecto de niña con su peluca roja y vestidos a juego con sus obras.
Nacida en 1929 en el Japón tradicional, propensa a las alucinaciones a los diez años dibujó una flores sobre un mantel y comenzó a repetirlo en todo lo que miraba, las flores explotaban en manchas y se convertían en lunares, una forma de autoterapia con la que canalizar una niñez traumatizada por la Segunda Guerra Mundial y una madre abusiva. Un germen de un trastorno obsesivo compulsivo de manual y de delirios puntillistas. La repetición y la acumulación se convirtieron en su elemento.
Una repetición interminable del patrón para reclamar al mundo que se escapa, el arte como la única forma posible de curar los trastornos mentales.
A sus 93 años es un icono en sí misma y la artista viva más cara. Se deja llamar “la princesa de los lunares” pero prefiere “sacerdotisa”.
A los 28 años se instaló en Nueva York, siguiendo el consejo de su amiga por carta Georgia O´Keeffe, se llevaba la pintura gestual a lo Pollock. No tardó en hacerse un sitio en la escena creativa neoyorkina, pero la moda siempre le interesó, llevaba desde su adolescencia confeccionando su propia ropa, creó su propia marca Kusama Fashion y mandó una nota de prensa para presentar “A la mierda lo establecido, ¿Porqué os vestís como los demás? ¿No tenéis personalidad? ¡ Expresaos!”.
Su imagen era una extensión de su trabajo artístico, para ella es una forma de expresión. “La ropa debe unir a la gente, no separarla”. Famoso es su “vestido-orgía”, que urdió en 1968 diseñado para que se metieran en el dos novios.
Pero su más célebre aportación a la moda vino de la mano de Vuitton, en 2006 conoció a Marc Jacobs que la visitó en su estudio y ella le mostró un bolso Speedy que estaba customizando y así empezó toda una catarsis. La colaboración para que hiciera de las suyas con el histórico logo grafiteado en bolsos y zapatillas fue un éxito de ventas. En el 2012 regaló a la firma un baúl cubierto de los emblemáticos topos para celebrar su primera colaboración.
En esta colaboración se ha introducido el arte de Kusama en todos los ámbitos, marroquinería, prèt-à-porter, calzado, gafas de sol, joyería, perfumes. Una colección vibrante que se dará a conocer en dos etapas, donde disfrutaremos de sus lunares infinitos, esferas resplandecientes y flores psicodélicas en versión fashion.
El arte está en la moda y la moda está en el arte. Louis Vuitton siempre ha hecho intercambios artísticos desde hace más de un siglo, siempre prosperando y creando. Vuitton patrocina la retrospectiva de Yayoi en la Tate Gallery y continuó con su universo en tiendas escaparates, con una Kusama de cera y una de las piezas más caras, un minaudiere con forma de calabaza valorada en 130.000 dólares. La expectación es grandísima y serán objetos de culto para coleccionistas, como todo lo que toca la nipona y punto.