Un torcedor cubano revela en vivo por qué a los habanos se les llama puros

Un torcedor cubano revela en vivo por qué a los habanos   se les llama puros
el maestro explicã³ a los compradores cã³mo elabora un puro quintana

El fumador de puros patrio sabe que el estrenar un buen habano es como un “ritual” que no se puede dejar de respetar. Por eso, cuando un maestro torcedor como Heriberto Moya, que trabaja para la mítica marca Montecristo, visita A Coruña no hay un fan del sabor de este tabaco que se resista a ver cómo se elaboran sus queridos puros.

Armado con una tabla “de rolar”, una cuchilla de corte, una goma de pegar de origen natural “sin sabor y sin olor” y una guillotina –y por supuesto distintos tipos de hoja de tabaco– el torcedor Heriberto Moya se plantó ayer en el estanco de la calle del Capitán Juan Varela. Allí demostró a profesionales del mundo del puro y a profanos de su sabor algunos de los secretos que marcan la elaboración de los preciados habanos. No obstante, pocos podrán copiar su arte. “Un curso de torcedor dura nueve meses y luego hay que pasar alrededor de seis años en la categoría más baja hasta llegar a la intermedia”, cuenta Moya.

Lo más difícil es alcanzar el ratio de profesionales de novena categoría (el suyo), que suelen crear tan solo con sus manos una media de “120 puros al día” allá en las fábricas de La Habana, donde hay unos 200 expertos en este trabajo artesano.

 

"fortaleza media"

Con una significativa parte de la población como operarios relacionados con el mundo del puro, Cuba es capital del buen hacer pero no del buen apreciar. “Allí lo mordemos y lo encendemos enseguida; en España existe una cultura y un ritual para fumar un puro”, reconoce el maestro. De hecho, entre el 25 y el 30% de la producción de habanos vienen a parar a España.

Al igual que de vitolas, aquí hay variedad de fumadores pero lo que más se estila es el “puro de fortaleza media a fuerte”. n

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