Reportaje | Veinte mil leguas de viaje submarino de la mano del Margalef

Reportaje | Veinte mil leguas de viaje submarino de la mano del Margalef
Ciudadanos esperan en el muelle de trasatlánticos para subir a bordo del Ramón Margalef | quintana

No, no es el Nautilus. No, no lo comanda el Capitán Nemo y quien escribe sobre él tampoco es Julio Verne. Sin embargo, casi seguro que la nave ha navegado tantas o incluso más leguas de viaje marítimo como el mítico submarino.

Ramón Margalef, ecólogo y naturalista español, pionero en los estudios sobre ecología marina, es quien da nombre a este buque estrella del Instituto Español de Oceanografía equipado con las mejores tecnologías para rastrear el fondo marino sin perjudicar su flora y fauna.
A los pies de la pasarela que da acceso a su interior espera su verdadero capitán, Roberto. En la excursión, los primeros 43 nuevos grumetes –visitantes– que se incorporan a la tripulación.

En el interior del Margalef
La tropa sube despacio y en grupos reducidos de aproximadamente diez personas para que se pueda conocer con facilidad y seguridad los secretos que se les van a descubrir.
Una vez a bordo y, entre el vaivén de las olas que mecen el barco, los visitantes entran en la primera de las estancias. Se trata del laboratorio de acústica. Alejandro, el técnico informático, explica cómo se utilizan los sonidos para ver lo que hay bajo el agua sin necesidad de cámaras, “emitimos los sonidos y recogemos el eco que ha venido de vuelta, los ordenadores nos dirían así donde están los peces y donde tenemos que pescar”. Una vez encontrado el banco de peces se procede a tomar una muestra para descubrir de qué especie se trata. A continuación se hará el cálculo para saber la cantidad, el dato que se envía al Gobierno para que determine la cuota de pesca, “si el número de la especie es bajo se puede determinar que es conveniente prohibir la pesca con el objetivo de preservar la especie”.

La ecosonda de geología proporciona información sobre lo que hay más allá del suelo marino, datos que procesan los geólogos, y la sonda de batimetría realiza mapas del fondo del mar a través de la emisión del sonido y en función de su tiempo de retorno. Sobre la pantalla se visualiza el volcán submarino de El Hierro cuya entrada en erupción en 2011 supuso la puesta de largo del Margalef el mismo año en que había sido botado.

A continuación se llega al laboratorio en seco que trabaja en colaboración con el laboratorio húmedo y su prolongación en cubierta, en él se realizan estudios de física, química y biología. Allí se estudian condiciones como la salinidad, la conductividad, densidad, temperatura y concentración de oxígeno que permiten determinar en qué punto de la tierra se localiza uno casi sin necesidad de GPS. Constituye el estudio de todas esas micropartículas que explican por qué el océano se comporta como lo hace, su responsable indica que “cuanto más se conoce el medio marino más se da uno cuenta de que en realidad no se sabe nada y que se va poquito a poco”.

A lo largo del recorrido se escucha una bocina que procede del puente de mando el lugar donde se gestiona la navegación y la seguridad de a bordo. Es el parque de recreo de los niños.

El pez gordo del aniversario
Este buque tiene alma gallega. Nacido en los Astilleros Armón de Vigo, su puerto de registro, fue amadrinado por la también empresaria gallega Rosalía Mera.
Su capitán lo define como la actividad más jugosa del cincuenta aniversario del Centro Oceanográfico coruñés, el pez gordo de los festejos, pero no será el único, las celebraciones empezaron en febrero y se prolongarán hasta el 23 de noviembre.

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