Padre Rubinos recogió casi 900 toneladas de ropa donada por los coruñeses a lo largo del año pasado

Padre Rubinos recogió casi 900 toneladas 
de ropa donada por los coruñeses a lo largo del año pasado
Los ciudadanos pueden depositar sus aportaciones en los contenedores blancos repartidos por la ciudad | pedro puig

La Real Institución Benéfico Social Padre Rubinos puso en marcha en 2016 el servicio de recogida de ropa usada en contenedores específicos por toda la ciudad y desde entonces las donaciones no han dejado de aumentar. En el año que acaba de terminar los trabajadores gestionaron más de 873.000 kilos de prendas llegadas en bolsas a los buzones repartidos por el municipio o a la propia sede del servicio, en las antiguas instalaciones del albergue en el barrio de Labañou. El objetivo a medio plazo es que el nivel de entrada de aportaciones se mantenga para que continúen funcionando todos los departamentos que se han creado gracias a esta iniciativa benéfica.
El año 2017 fue el primero completo en el que Padre Rubinos contó con un gran número de contenedores de recogida de ropa repartidos por toda la ciudad y eso se ha dejado notar en los donativos. A pesar de que Cáritas también trabaja en la misma línea desde hace algún tiempo, la entidad solidaria logró acumular 873.761 kilos de ropa, lo que supuso un incremento de más de 10.000 con respecto a los resultados de 2016.

El coordinador del servicio de recogida de ropa, Daniel Maceiras, asegura estar sorprendido por la respuesta de la gente después de casi dos años de implantación de los buzones (actualmente hay 105 y en un futuro se podrían alcanzar los 125 ya que hay peticiones de ubicaciones concretas de algunas asociaciones vecinales). El trabajador de la institución reconoce que creyó que tras el “boom de la implantación” las donaciones bajarían porque los coruñeses ya habrían vaciado sus armarios y trasteros.

Picos por estaciones
Sin embargo, las aportaciones son cada vez mayores. Hay gente que acude directamente a la sede y la mayoría deja bolsas en los contenedores instalados a tal efecto, algunos de los cuáles necesitan ser vaciados varias veces a la semana. Los cambios de estación son los que marcan los picos de reciclaje, pero como es lógico después del invierno se recogen más kilos que en verano.
Las prendas que aporta la gente tienen cuatro destinos diferentes. El principal, recuerda Maceiras, es mantener abierto el ropero del albergue de transeúntes. Es ahí dónde se queda la mayor parte de la ropa de hombre, que en muchas ocasiones incluso resulta escasa. Esta es la principal razón de remodelar el servicio creando una suerte de empresa social que da trabajo a personas en riesgo de exclusión social en la recogida.
La que no es necesaria y está en buen estado se reparte entre las dos tiendas de ropa de segunda mano que tiene Padre Rubinos, que a su vez dan empleo a dos personas más y permiten conseguir ingresos para mantener los salarios de los empleados.

Aprovechar todo lo posible
En mayo de 2016 se puso en marcha uno de los comercios y con el estreno del otro se logró una recaudación de 13.869 euros. El pasado ejercicio las cuentas se elevaron a 45.000 euros porque muchos ciudadanos aprovechan para comprar a bajo coste.
Los donativos que no encontraron salida en estos establecimientos van a parar al taller prelaboral textil que tiene más empleados y alumnos en formación confeccionando productos como mandiles y bolsas de marca propia. Los restos se ceden para el reciclaje convirtiendo las telas en nuevos hilos para volver a empezar la cadena.

Padre Rubinos recogió casi 900 toneladas de ropa donada por los coruñeses a lo largo del año pasado

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