La Audiencia impone 23 años al vecino de Paderne que quemó vivo a su bebé

La Audiencia impone 23 años al vecino de Paderne que quemó vivo a su bebé
el acusado confesã³ el crimen nada mã¡s cometerlo quintana

Al hacer estallar una bombona de butano dentro de su coche, justo al lado de la sillita donde descansaba su hijo de 14 meses, el vecino de Paderne al que un jurado culpó hace una semana de asesinato con todas las agravantes por la muerte de su bebé consiguió dos cosas: por una parte, se aseguró “el resultado mortal sin posibilidad de defensa para la víctima” y, por otro, eligió un modo de matar “especialmente idóneo para hacer sufrir y no solo necesario para provocar la muerte”.

Con estas dos conclusiones, la Audiencia Provincial acaba de imponer al parricida 23 años de cárcel, en una sentencia acorde con el veredicto en el que el tribunal popular declaró probado de forma casi unánime que el cuadragenario actuó de manera alevosa cuando, el 2 de octubre de 2010, encendió el mechero dentro de su furgoneta después de tener abierta la botella de gas, buscando además la manera de hacer un daño innecesario a su víctima.

En respaldo de tal argumento, la resolución constata que sí concurre la alevosía, “porque efectivamente con la ubicación de la bombona con respecto a la silla (...), tras la liberación del gas se produjo una onda expansiva de gran virulencia hacia el lateral derecho, donde estaba situado el niño, la silla actuó como freno y produjo la explosión en la silla”.

Según se recoge como un hecho probado, antes de abrir la espita del gas y prenderle fuego, el acusado colocó la bombona al lado del pequeño de forma deliberada y en una determinada posición que aseguraba que no podría salir indemne.

 

onda expansiva

También recurre la presidenta del jurado al empleo y colocación de la botella de gas para avalar el ensañamiento. Remitiéndose al informe de un experto en explosivos llamado a declarar en el juicio como perito y a sus conclusiones respecto al impacto de la onda expansiva sobre la silla del bebé, la magistrada habla de una muerte “especialmente cruel y dolorosa”.

La magistrada constata la alevosía por el lugar donde se colocó la bombona

Como refuerzo a esta idea, la sentencia acude a los estudios forenses del cadáver, que señalaban que resultó “carbonizado, desestructurado y destruido” por la exposición directa a las llamas, hasta el punto de que la identificación del cuerpo tuvo que realizarse mediante pruebas de ADN. “Por tanto –destaca la jueza que firma el dictamen–, al ánimo de matar se sobreañade el ánimo de aumentar innecesariamente el sufrimiento de la víctima”.

Es en atención al sufrimiento ocasionado a la madre del fallecido y a la gravedad de los hechos que la resolución impone al padre el pago de una indemnización de 150.000 euros –la mitad de los que solicitaba la Fiscalía–, atendiendo, como planteaba la defensa, al baremo “objetivo e igualitario” que se establece para las lesiones y daños derivados de accidentes de circulación.

 

premeditación

Aunque no de forma explícita, la sentencia habla también de premeditación, cuando señala que el parricida había comprado la botella de gas el día anterior y al aludir a las múltiples conversaciones telefónicas que durante aquella jornada mantuvo con la madre del bebé –su expareja–, en algunas de las cuales ya le anunciaba que “no iba a volver a ver al niño” o, minutos antes de darle muerte, que “tenía una bombona de gas abierta en el coche que iba a volar si se acercaba una pareja de la Guardia Civil”.

Sí menciona de forma expresa la resolución las otras dos circunstancias agravantes que entendió probadas el jurado, como son la relación de parentesco y el aprovechamiento de las circunstancias de tiempo y lugar para perpetrar el crimen. En este sentido, la magistrada que dicta la sentencia se remite a las manifestaciones de los guardias civiles que encontraron el vehículo en llamas, y que describieron el paraje como “frondoso” y alejado de las viviendas. A sus ojos, la elección de ese lugar “solitario” demuestra “el ánimo de dar muerte”. n

 

La Audiencia impone 23 años al vecino de Paderne que quemó vivo a su bebé

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