El islote de O Areoso sobrevivió al verano, al primero en el que había que solicitar autorización para poder visitarlo. Más de ocho mil quinientas personas cumplimentaron el formulario, pero no todas realizaron la excursión. Ellos se lo perdieron, pero también las empresas que las organizan porque se han quedado con plazas libres que podrían haber cubierto perfectamente. Este es un asunto que habría que ir perfeccionando para evitar pérdidas innecesarias. El caso es que había que regular el acceso a este paraíso natural y se ha hecho porque lo que pasaba en veranos anteriores no era normal con decenas y decenas de personas campando a sus anchas por la playa y sin ningún control más que el de la propia responsabilidad de cada uno. Hay aspectos que mejorar, pero es un avance.