El viaje al lado oscuro de la Torre de Hércules descubre su patrimonio natural

El viaje al lado oscuro de la Torre de Hércules descubre su patrimonio natural
Los pies de la Torre, desde el mar, son un gran desconocido para coruñeses y visitantes | patricia g. fraga

Ver, pasar por delante o cruzarse con algo o alguien todos los días no evita que pueda ser igualmente un gran desconocido. Desde los astrónomos a Pink Floyd se preguntaron en su día por el lado oscuro de la luna y sus secretos, y eso que lleva una eternidad a nuestro lado. Algo menos, unos dos milenios, se ha pasado la Torre de Hércules iluminando el camino de los coruñeses y aquellos que arriban a su costa. El propósito del Consorcio de Turismo de A Coruña es, no obstante, descubrir hasta qué punto sigue siendo una desconocida tanto para los habitantes como para los visitantes. Con motivo del trece aniversario del nombramiento del faro como Patrimonio de la Humanidad, el objetivo es, precisamente, vincular lo histórico y lo natural dentro de ese concepto asumido por la Unesco.


La fórmula pasa por que sean tanto oriundos como eventuales en la ciudad los que interactúen con aquellos vecinos más desconocidos de toda A Coruña: los del fondo marino. A través de la colaboración con la Escuela de Buceo Nauga, es posible dar un paseo bajo el mar prácticamente del mismo modo que entre los menhires y estatuas de punta Herminia. La diferencia es el tremendo silencio y la sensación de transportarse a una experiencia por la que muchos pagarían en el Multiverso. Sin embargo, por unos 75 euros es posible sentir, tocar y atravesar el fondo marino como si del mismísimo Jacques Cousteau se tratase durante la media hora aproximada que dura de la actividad.


El servicio de una escuela formativa profesional de buceadores como Nauga hace posible lo impensable para aquellos que se adentran en las profundidades por primera vez: se encarga del traslado a los pies de la Torre, los conceptos básicos necesarios, los equipos y, sobre todo, la supervisión de profesionales que en realidad sirven de muleta para caminar bajo el agua, pero sin que su presencia restrinja la sensación de volar en otro mundo. Sargos, pulpos o pintarrojas se cruzan impertérritos en el camino como si de los viandantes de la calle Real se tratase.


Concebido para profesionales que acuden a congresos, amigos de viajes alternativos o coruñeses que busquen nuevos retos, el Consorcio de Turismo encuadra el proyecto también en su política de sostenibilidad y la búsqueda de la certificación Biosphere Destination de turismo.

El viaje al lado oscuro de la Torre de Hércules descubre su patrimonio natural

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