El parque de Oza vive situaciones de peligro por la proximidad de los jabalíes

El parque de Oza vive situaciones de peligro por la proximidad de los jabalíes
Agentes de la Policía Local toman imágenes de la piara de jabalíes durante su incursión en el parque de Oza

Durante la noche del martes al miércoles, la piara de jabalíes que visita asiduamente la ciudad en los últimos tiempos campó por sus respetos en el parque de Oza. Estos cerdos salvajes no se sienten intimidados por la presencia humana y, lo que quizá es peor: los coruñeses no les tienen miedo. Es por eso que durante la noche del martes se vivieron escenas de peligro, cuando transeúntes con perros se acercaron demasiado a los jabalíes o directamente trataron de espantarlos para que no levantaran el césped. 


Los jabalíes permanecieron durante horas en la zona verde, en un momento en el que estaba lleno de vecinos que habían sacado a sus perros a pasear. Alguno de ellos ladraba a los puercos, pero estos los ignoraban y seguían hozando la tierra en busca de gusanos. Sin embargo, en un momento dado, un grupo de jóvenes se acercó demasiado. Sus perros comenzaron a ladrar frenéticamente y la jabalina más grande corrió al trote hacia ellos. 
 

Aquello provocó el pánico, la gente se dispersó y una joven tropezó con uno de los perros y cayó de espaldas. Sin embargo, la jabalina decidió retirarse en vez de atacar, lo que impidió que nadie resultara herido. 
 

La mayoría de los transeúntes se sorprendía al descubrir a los jabalíes en el césped y se alejaba, aunque solo después de sacar algunas fotos. Pero un octogenario que no mostró ningún miedo, se acercó a la piara dando palmadas para espantarles y así dejaran de dañar el césped. Su hija trató de disuadirle, pero él insistió. Cuando los animales le ignoraron, arrojó a una jabalina un puñado de tierra.
 

Vigilancia policial 

A pesar de estos momentos de peligro, este no se materializó. Poco antes de la medianoche, y, tras numerosas llamadas de testigos, dos agentes de la Policía Local se personaron en un furgón de Atestados. Sin embargo, se limitaron a tomar unos fotos para adjuntarlas en su informe antes de retirarse. Por el momento, no se han tomado medidas para impedir el acceso: el Ayuntamiento y la Xunta se señalan mutuamente. El Gobierno autonómico ofrece a los municipios un servicio que consiste en jaulas y asesoramiento técnico y otro en caza con arqueros, aunque este último resulta impracticable en una zona tan urbanizada como A Coruña. 
 

Hasta ahora, la alcaldesa, Inés Rey, ha rechazado la ayuda de la Xunta, asegurando que es el Gobierno autonómico el que debe encargarse de las bestias, puesto que tiene las competencias sobre la fauna salvaje. Por su parte, la conselleira de Medio Ambiente,  Ángeles Vázquez, insiste en que dentro del municipio, las competencias son de la alcaldesa. 
 

Pero todo ha cambiado desde ayer, cuando la Xunta declaró la “emerxencia cinexética temporal” en 37 comarcas, incluida A Coruña. A partir de ahora, y hasta el 25 de febrero, se permite abatir o capturar los jabalíes. Eso significa que estaría permitida la caza al acecho del jabalí aunque, de momento, la medida se limitaría a las jaulas en A Coruña.

 

Un canal de diálogo

El cruce de reproches entre el Ayuntamiento y la Xunta en los últimos días ha llevado a los expertos a opinar sobre la gestión del control de los jabalíes en la ciudad. Para el vicepresidente del Grupo Naturalista Hábitat, Santiago Vázquez, el Gobierno gallego estaba pidiendo un “imposible” al Ejecutivo local al instarlo a “desbrozar todo el ayuntamiento”. “No es razonable, además, los jabalíes pueden esconderse en una silveira de tres metros cuadrados”. 

 

La solución pasa por el diálogo: “Que se sienten a hablar y que la Xunta controle las jaulas y el Ayuntamiento las vigile”. Precisamente este diálogo llegó ayer, cuando el portavoz municipal, José Manuel Lage, y la concejala de Medio Ambiente, Noemí Díaz, se reunieron en Santiago con la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez. En el encuentro acordaron abrir un “canal de diálogo” para poner fin a las incursiones no deseadas. 

El parque de Oza vive situaciones de peligro por la proximidad de los jabalíes

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