En momentos de crisis como la vivida este lunes, la salud es casi lo que más preocupa. La cabeza se va inmediatamente a los hospitales, las personas dependientes o con enfermedades crónicas y las urgencias médicas que puedan suceder en ese período en el que el tiempo casi parece que se para. Pero también los animales tienen estos problemas y su bienestar es prioritario. Hacer frente a las emergencias no fue fácil para los veterinarios de A Coruña y muchos, como Marta Castelo, de Guayacán, tuvieron que improvisar.
El apagón la pilló en plena consulta, pero como tienen la suerte de contar con una clínica muy luminosa pudieron acabar la cita casi con normalidad. Para tranquilidad de sus clientes, decidió hacer guardia allí por si había alguna urgencia. Y no se equivocó. Un perro con un corte grande entró por la puerta con su dueño, que respiró aliviado al verlos abiertos. “Venía sangrando porque se había enganchado con algo en la finca y había que hacer algo. En condiciones normales le dormiríamos para suturar, pero con anestesia local y medio sujetándole se le dieron grapas de aproximación”, cuenta la veterinaria.
Pese a las circunstancias, el perro estaba tranquilo. “Yo creo que hasta entendió que había que hacerlo así”, asegura Marta Castelo. En medio del apagón, tuvo que atender también a una gata con un mordisco en la cola, pero este caso fue más sencillo. “Fue desinfectar la herida, limpiarla y darle antibiótico. Como no podíamos hacer receta, se lo adelantamos. Afortunadamente, lo teníamos aquí”, celebra.
Ambos casos eran clientes habituales de la clínica y les fiaron los pagos porque no disponían de efectivo. “Pero aunque no lo conozcas, si te viene alguien una situación así, lo haces. Te arriesgas a que no te pague, pero ¿qué le vas a hacer? Creo que en estos casos todos tenemos que poner de nuestra parte”, afirma la dueña de Guayacán junto a su marido Gonzalo Montoto.
Aunque no tuvieron que lamentar pérdidas de medicamentos y vacunas que requerían refrigeración, pues los acumuladores de frío permitieron mantener las temperaturas, sí que se vieron obligados a cancelar cirugías. En su caso, contaban con un SAI –un dispositivo que proporciona energía cuando hay un corte de electricidad–, pero lo mantuvieron por si acaso para intervenciones más urgentes que, por suerte, no llegaron.
Lo mismo le sucedió a su colega Olalla de Hoyos, de la clínica Vets en Casa, a quien la bajada de plomos la cogió con un perro entubado y listo para ser intervenido. Ella decidió no seguir adelante para no arriesgarse por si había alguna complicación.
“Fuimos trabajando como pudimos, con baterías externas para poder conectar las analíticas y compartiendo datos con el ordenador para intentar comunicarnos vía mail o Whatsapp”, cuenta la veterinaria. En su caso, que se vieron afectados también por la avería el miércoles en Perillo, se pasaron hasta las tres de la madrugada, cuando les volvió la luz, haciendo guardia en la clínica: “Esto parecía ‘The Walking Dead’”.