El silencio de Casado

Suele decir el secretario general del PP, Teodoro García Egea, que el culebrón de su partido en la Comunidad de Madrid se basa en premisas falsas. Por tanto, falsa es la conclusión aireada por los finos analistas en el sentido de que Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la CAM, pretende hacer sombra al líder nacional, Pablo Casado. Pero las aguas bajan turbias y ruidosas en el seno de la familia “popular”. Eso es indiscutible. Basta un seguimiento superficial de los medios de comunicación. O, si se quiere, basta escuchar las reacciones de dirigentes no directamente implicados en la controversia. Unos y otros coinciden en que los choques entre Egea y Ayuso, a cuenta de la aspiración de esta a liderar la organización regional del PP, desconciertan al votante y dañan gravemente la marca política que hoy por hoy encabeza en los sondeos la intención de voto de los españoles.


Decía el escritor Jorge Luis Borges que “las cosas más absurdas solo ocurren en la realidad”. Y es verdad que costaría mucho encontrar en los relatos de ficción un caso de absurda política autodestructiva como el que está escenificando estos días el PP ante el incomprensible silencio de su máximo líder, Pablo Casado, supuestamente neutral, aunque todo el mundo lo sitúa más cerca de las tesis de su secretario general (ve la actitud de Ayuso como un desafío a la autoridad del presidente nacional), que de las defendidas por la presidenta madrileña en su aspiración de controlar las estructuras de poder del PP regional. En los dos bandos enfrentados, la dirección nacional de la calle Génova frente a la sede de la Comunidad en la Puerta de Sol, se dan cuartos al pregonero en forma de insidias y juego sucio de ida y vuelta. El único que se esconde, como queda dicho, es Pablo Casado. Incluso ha suspendido comparecencias públicas que tenía previstas para estos días por no tener que exponerse a las inevitables preguntas sobre su posición en el culebrón madrileño del PP. Es un pleito entre amigos de siempre y también de la misma procedencia ideológica. Se supone que Casado sigue sopesando ventajas y desventajas de ir a unas elecciones primarias en las que compitan la presidenta Ayuso y el alcalde Almeida. Tres amigos y un reto común: desinflamar el conflicto y recuperar el sentido común antes de que se malogre la esperanza de ganar las próximas elecciones generales, porque los votantes siempre castigan la división interna de los partidos.


Ayuso ha puesto de su parte al no insistir en el adelantamiento del congreso regional. Se aviene a la fecha que se decida en Génova, aunque no retira su candidatura. Está en su derecho. Para eso se recurre a las primarias internas, como las que auparon a Casado a la presidencia del PP frente a las aspiraciones no menos legítimas de Soraya Sáenz de Santamaría.

El silencio de Casado

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