La tormenta económica perfecta

En diciembre de 2008, meses después de que estallara la crisis financiera, Miguel A. Fernández Ordoñez hacía un diagnóstico de la situación económica con estas palabras: “Los consumidores no consumen, los empresarios no contratan, los inversores no invierten… La desconfianza es total”.


Rescato de las hemerotecas aquel análisis del entonces Gobernador del Banco de España (lástima que su supervisión de bancos y cajas no fuera tan certera y rigurosa para evitar el derrumbe de la mitad del sistema financiero) porque trece años después España está inmersa en una crisis de proporciones similares, aunque sus causas y manifestaciones son distintas.


Sin entrar en detalles que rebasan el espacio de este comentario, ahora los consumidores echan mano de lo ahorrado en el largo confinamiento pandémico y consumen, aunque menos de lo esperado, y los inversores aún invierten. Pero los empresarios, que de momento contratan, se encuentran con tres problemas sobrevenidos.


El primero es el desabastecimiento. Faltan componentes básicos y materias primas para los procesos productivos en la agricultura, en la construcción y en la industria. Titulares como “la falta de chips sustituye a la crisis del coronavirus, seis meses de espera por una ventana de aluminio o tres meses de retraso en el suministro de materiales de construcción” eran desconocidos desde los tiempos del estraperlo.


El segundo problema empresarial es la espiral de precios de esas materias primas, de la energía y del transporte que encarece los costes de producción hasta límites insoportables para muchas granjas agrícolas (lo denunciaron los agricultores en Lugo el jueves pasado), empresas industriales, de la construcción y los servicios. La subida general de los precios nos empobrece a todos.


El tercero es la falta de mano de obra que paraliza muchas granjas, retrasa proyectos de obra nueva, de rehabilitación o reforma en la construcción y cierra fábricas y negocios de hostelería. La escasez de profesionales en España que “lidera” las cifras de paro debería ser analizada urgentemente por políticos y agentes sociales.


Entre los agricultores, autónomos y empresarios se describe la situación como “la tormenta perfecta” que desconcierta y genera mucha incertidumbre ahora y ante el futuro. En la reunión con el Gobernador del Banco de España el Foro Económico de Galicia concluyó que el desabastecimiento, el rebrote de la inflación y la falta de trabajadores son severas amenazas para la economía.


Su recuperación será más lenta de lo previsto por el Gobierno. No contaba con estos atrancos que, recordando la fábula de Esopo, pueden matar la gallina de los huevos de oro de los fondos europeos.

La tormenta económica perfecta

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