Cada vez que hay una tormenta en Andalucía o en el Mediterráneo, uno se teme lo peor. Es normal si tenemos en cuenta que por aquellos pagos la lluvia es algo anecdótico y puntal. Lo que ya comienza a no ser tan normal es que también por estos, cada vez que a las nubes se les da por soltar un poco más de agua de lo normal terminemos con sótanos anegados, carreteras convertidas en ríos y bajos asolagados. No será, desde luego, porque en Galicia no sepamos nada de lluvia y tormentas. No se sabe si será el calentamiento global o que los concellos no limpian las alcantarillas, pero algo pasa.