España, ¿un buen deudor?

El profesor de la Universidad de Princeton, Nebuhiro Kiyotaki, un referente como economista neokeynesiano, en entrevista reciente (El Mundo, 23 agosto) afirmó sobre el “el riesgo que conlleva para el futuro el endeudamiento de los gobiernos” que en este momento “la prioridad es ayudar a la gente”. A partir de 2023 como muy tarde, añadió, “necesitaremos un plan de medio y largo plazo de ajuste fiscal”.


Ese año debe ser el de la normalización económica, pero a finales de agosto la prensa abría las páginas de economía con un titular inquietante: “El presidente de la FED se muestra partidario de retirar estímulos antes de fin de año”. A los pocos días anunciaba el Banco Central Europeo (BCE) que también “relaja su programa de compra de deuda para contener la inflación”. La política expansiva no puede degenerar en un grifo abierto, dicen los dirigentes de Frankfurt.


Este cambio anunciado por el BCE es un repliegue que trata de “revisar” el programa de estímulos a la vista del crecimiento de las economías y de la escalada de la inflación. Un ensayo para ver cómo se comportan los países pensando en la vuelta a la disciplina fiscal.


¿En qué situación está España? Aquí no pasa nada, seguimos entretenidos con asuntos menores. Dice la vicepresidenta Calviño que vamos a liderar el crecimiento en Europa, pero ella sabe que será insuficiente para compensar la caída del 11% del PIB. De las reformas nada se sabe y hay sospechas fundadas de que el maná europeo servirá más a intereses partidistas y electorales que al interés general de la recuperación económica del país.


Solo sabemos, escribió José Luis Gómez en Mundiario, que “España sigue adelante con sus políticas expansivas en pensiones, cobertura de desempleo -y de los ERTEs- y el incremento del salario mínimo”. España, añade, produce menos que antes de la crisis, pero va a gastar mucho más y la clave está en el aumento de la deuda pública que compra el BCE y bate records históricos”.


Pero en 2023 –o antes– España ya no dispondrá del “crédito ilimitado” del BCE, tendrá que acudir a los mercados y ahí volverá a encontrar la temible “Prima de riesgo” en forma de altos intereses de la deuda.

La política monetaria expansiva tiene fecha de caducidad, no tardarán en recordarlo los nórdicos, y el país lo puede pasar muy mal si no realiza las reformas necesarias para aumentar la productividad, crecer y generar recursos que equilibren las cuentas públicas y no tener que acudir a la deuda.


Si el Gobierno no hace estos deberes convertirá a España en “un buen deudor”, aunque con dificultades para hacer frente a sus compromisos con los acreedores. Y habrá perdido la gran ocasión de reactivar la economía.

España, ¿un buen deudor?

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