Entre acero y asfalto

La Casa Museo Casares Quiroga ofrece la exposición “ ENTRE ACERO Y ASFALTO” de Francisco Otero (A Coruña, 1965), licenciado en Arquitectura Técnica en 1990 y con formación en grabado, cerámica, técnicas digitales, modelado 3D y otros; pero, ante todo, enamorado de los sueños que transitan por los perfiles de las ciudades y por sus horizontes de lejanías, como dejó reflejado en su última muestra de 2019 que tuvo por motivo central espacios recreados de la ciudad de Nueva York, desde una óptica que se aproximaba a lo surreal.


Ahora reúne el ámbito urbano con aspectos del industrial iniciado en el siglo XIX y que tuvo en el ferrocarril una de sus manifestaciones más espectaculares. Nos ofrece, así, un paseo desde rincones de A Coruña, como Puerta Real ,San Antón o La Marina, en interpretaciones muy libres, hasta los paisajes modificados por la industria y principalmente la poética de las viejas locomotoras de vapor llenas de evocadoras resonancias, sobre todo para quienes las tuvimos durante muchos años como único medio de transporte. Francisco Otero consigue transmitirnos esa fascinación del tren atravesando nevadas llanuras, como en el cuadro “Gélido”, o asomando su morro en la curva de una vía, como en el que titula “En el camino”, o casi desdibujándose en su carrera por una estepa cenicienta, como sucede en “Flotando”.


Vibran sus cuadros, en cuidadas entonaciones de manchas ligeras y contornos desdibujados, con ese hechizo del tren que transformó el imaginario del viaje y también la geografía por donde se fueron tendiendo las redes ferroviarias; él consigue captar ese escenario de asombro en el cuadro que titula “ Vías desiertas”, donde los caminos paralelos que trazan los ferruginosos raíles se tienden al lejano horizonte como propuestas de abiertas e ilimitadas rutas.. La relación industria-naturaleza o industria-paisaje está siempre presente, pero encuentra en las obras “Caballo de vapor I y ii” una clara manifestación simbólica de la potencia adquirida por el nuevo medio, pues el avance del tren va precedido por el valiente trote de dos nobles equinos, en el primer caso, y, en el segundo caso, por otros tres blancos que cabalgan paralelos a la negra máquina.. Los cuadros” Pasarela”, “En el túnel””Avante” y “Noctámbulo” son otros tantos homenajes a la impresionante estampa del tren soltando su blanco bufido o rompiendo las nieblas. Dibuja asimismo en sus obras antítesis entre lo aéreo y lo pesado, como en “Saliendo de la niebla” , donde el tren atraviesa un ligero puente tendido sobre el vacío azul. Antitético es también “Viaje al pasado. Choque de fuerzas”, donde opone un escenario de cueva megalítica habitada por guerreros desnudos a un tren que avanza hacia la abertura de las rocas. Magia del tren que hizo decir fascinado al compositor A. Dvorak: “Daría todas mis sinfonías por haber inventado la locomotora”.”Campo eléctrico”, “Caos” y “ La fábrica” abundan en esa fusión de lo industrial con la naturaleza y la urbe, visión a la vez gozosa e inquietante del espacio que habitamos.

Entre acero y asfalto

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