El problema no es Ayuso

El problema no es Ayuso. Ni su impulsiva forma de hablar. El problema son los indultos y la hipócrita retórica desplegada por los ministros del Gobierno para justificar una medida de gracia a los condenados por sedición y malversación defendiendo hoy lo contrario de lo que hasta hace poco sostenía Pedro Sánchez. Sólo en la ambición, en asegurar a cualquier precio el apoyo de los separatistas a su proyecto personal de permanencia en el poder encuentra explicación semejante tartufismo.

Escuchar a quienes hoy acuden en socorro del Presidente del Gobierno- caso de Juan Espadas, vencedor de Susana Díaz en las primarias del PSOE de Andalucía- apoyando la causa de los indultos pero reconociendo que hoy defiende la concesión de los indultos pero cambiarían de idea sí así lo hiciera Sánchez, produce sonrojo. Otro tanto podría decirse del presidente de Extremadura, Fernández Vara, crecido a la sombra de Rodríguez Ibarra y ahora de hinojos ante la exigencia de adhesión inquebrantable al inquilino La Moncloa.

Hay quien con ingenuidad o simplemente buena fe se pregunta sí los indultos no pueden ser una manera de empezar a partir de un punto y aparte en las relaciones con los separatistas catalanes que ostentan el gobierno de la Generalidad. Un intento, uno más, de desinflamar una situación que ha llegado hasta aquí en los términos que conocemos por las deslealtades y maniobras de los propios independentistas. Ellos son los que llegaron a poner en marcha las llamadas ‘leyes de desconexión’ y quienes empezaron a crear lo que denominaban “estructuras de Estado”. Fueron ellos quienes proclamaron la “República catalana” y el “conflicto” y no Mariano Rajoy o el PP como de manera intelectualmente insostenible aducen como argumento de escape los portavoces del Gobierno y sus terminales mediáticas.

La prueba de que nada de cuanto se haga a favor de las distensión obtendrá resultado la tenemos en las noticias del día. El Rey Felipe VI acude a Barcelona a una cena en el Círculo de Economía y Pere Aragonés, presidente de la Generalidad y primer representante del Estado en Cataluña, estará tan ocupado que no acudirá. Que nadie se engañe, el problema no es Ayuso. El problema es Sánchez y su dependencia de los separatistas.

El problema no es Ayuso

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