SOTO del Real, ciudad de vacaciones, llevaba una larga temporada de capa caída. Desde que una nutrida colonia catalana se había instalado en la cárcel de Estremera a finales del año pasado la prisión de la jet languidecía. Sin embargo, el regreso a Cataluña de los presos también cegó su crecimiento. Cerraron las academias de idiomas, los restaurantes de comida típica de la otra orilla del Ebro... ruina, ruina y ruina en uno y otro lugar. Pero el maná empieza a caer en Soto del Real. El Rey del Cachopo se ha instalado allí y ha pedido destino en la cocina. Se acabaron las hambuguesas quemadas y flatulentas... fabada a diario. FOTO: exterior de la cárcel de soto del real | aec