El pulso

No caben muchas dudas sobre de quién es la responsabilidad del espectáculo estremecedor al que venimos asistiendo en los últimos días con cientos de personas intentando entrar en Ceuta por tierra y mar. Y esa responsabilidad recae en primer lugar en las autoridades de Marruecos que no han dudado en poner en peligro la vidas de sus conciudadanos para presionar a España por la decisión de acoger al Secretario General del Frente Polisario, Brahim Gali. Nadie puede permanecer indiferente antes las imágenes en las que niños desesperados nadaban, jugándose la vida, intentando tocar tierra ceutí. Pero en realidad sí hay quienes no solo se han mostrado indiferentes sobre la suerte de estos niños, sino que los han utilizado vilmente con un fin político.


El Gobierno español es soberano para acoger por razones humanitarias a quién decida, incluido Brahim Gali por más que quizá no haya sido un acierto diplomático por parte de la ministra González Laya. Pero lo sea o no, es inadmisible la actitud adoptada por Marruecos. La reacción de las autoridades marroquíes ha sido matonista, amén de equivocada. Porque Marruecos no solo está desafiando a España sino a la Unión Europea en su conjunto. Todos los gobiernos españoles, desde los de UCD pasando por los socialistas y los populares, han venido haciendo auténticos equilibrios para mantener buenas relaciones con nuestro difícil vecino del sur. Puede que las autoridades marroquíes hayan terminado confundiendo esa política de buena vecindad por debilidad.


Sin duda, el Gobierno marroquí tiene buena información y por tanto sabe que buena parte de los españoles se sienten muy cerca de las reivindicaciones del Frente Polisario. Y también sabe sobre la división entre los partidos de izquierda sobre Ceuta y Melilla. Pero deberían ignorar que cualquier Presidente, sea del color que sea, tiene la obligación de defender la integridad territorial y además no puede admitir una “marcha” como la organizada desde Marruecos con el fin de chantajear a España. 


Porque eso es lo que han pretendido las autoridades marroquíes, chantajear a nuestro país, convencidos que el pulso lo ganaban ellos.


Hay que destacar la actuación impecable de los efectivos militares españoles y también de todos los organismos que han procurado prestar ayuda a esos niños a los que de manera irresponsable y vergonzosa los dirigentes políticos marroquíes han alentado a que intentaran entrar en Ceuta de manera ilegal.


Quizá ha llegado la hora de que algún Gobierno le diga al vecino del sur que ponga punto final a sus chantajes y políticas tramposas y ventajistas. Sin duda, una “marcha” negra, verde, o granate o del color que sea, puede ser un problema para España pero España y la Unión Europea deben hacer entender a Marruecos que su manera de actuar tendrá una respuesta y que esa respuesta pueda ser claramente contraria a los intereses marroquíes.


En esta crisis Marruecos ha perdido crédito ante la comunidad internacional demostrando que no es un amigo de fiar porque sus comportamientos políticos amén de sibilinos atentan contra los derechos humanos de sus propios conciudadanos. Y mientras no está de más recordar el viejo refrán de Dios me libre de mis amigos que de mis enemigos me libro yo.

El pulso

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