Feijóo no lo haría

Que Ciudadanos es un edificio en demolición nadie lo discute, politólogos de todas las tendencias lo dan por descontado y yo también. El PP ve la oportunidad de reconstruir el centro derecha en torno a sus siglas y para ello abre las puertas de su casa a todos los cargos públicos, dirigentes, militantes y votantes de la otrora fuerza naranja. Tras la experiencia fallida de España Suma, la debacle catalana y la moción de censura en Murcia, los populares despliegan todas sus fuerzas para rematar la efímera vida del partido de Rivera, auténtico ejecutor del suicidio político de la conocida como “veleta naranja”. Fueron los dirigentes de Cs los que llevaron el barco a las rocas con decisiones erráticas descomunales y que tuvo como consecuencia la fuga de votos hacia el PP y Vox. Por ello, se entendería un esfuerzo de los populares para captar el voto huérfano centrista y no se entiende tanto el esfuerzo por captar a dirigentes que han dejado patente su falta de talento político. El tal Hervías luchó con todo tipo de armas contra el PP y se encargó, personalmente de fulminar toda incorporación a su entonces partido porque “tufaba a PP”. Ahora, reconvertido, se da golpes de pecho entonando su amor a los azules. Los dirigentes de Ciudadanos nunca fueron de fiar y cuando todo les daba igual y por lo tanto hacían mal la suma, sacaron sus cañones contra el PP olvidando que sus votantes tenían más querencia a la derecha que a la izquierda, cosechando con ello sus más sonados fracasos. La deriva fatal que acompaña ahora al partido de Arrimadas ha provocado la salida de algunos cargos públicos y muchos de sus dirigentes que buscan acomodo bajo las alas de la gaviota topándose, eso sí, con la cruel hemeroteca que la prensa de izquierdas airea con gran generosidad. El caso más relevante y de máxima actualidad es el de Toni Cantó al que desde Génova quieren imponer a Ayuso en su lista madrileña y al que la presidenta no le hace ascos, pero tampoco de cualquier manera. Cantó ha tenido intervenciones parlamentarias brillantes que han recogido el aplauso de la derecha y el reconocimiento de gran parte de la sociedad civil y quizá le hagan merecedor de un hueco en las filas populares. Algunos pensamos que su apoyo a Ayuso en la campaña puede ser productivo y que en el futuro podría ocupar algún cargo de responsabilidad, pero todo ello cocinado a fuego lento y no con microondas. Si la incorporación es orden de Génova y se consuma, Cantó habrá entrado por la puerta de atrás y debilitaría la imagen de Díaz Ayuso que tendría una merma de autoridad, La presidenta madrileña tiene su propia hoja de ruta y no le va mal, tiene su equipo y las encuestas la avalan. Es más importante seducir a los ex votantes de Cs que a sus dirigentes. Si Feijóo hubiera aceptado en Galicia la imposición que pretendió Casado, hoy no tendríamos la estabilidad política que tenemos.

Que Cs se apoyara en el Ayuntamiento de Murcia en Podemos para sacar adelante la moción de censura no lo entienden ni los más cafeteros del partido, salvo, una vez más, sus dirigentes que tomando esa decisión escoran a la izquierda los restos de su partido buscando quizá acomodo a la sombra de la rosa y el puño. No la encontrarán, los socialistas saben que los “clínex” son de usar y tirar, que son desechables. El trabajo y los esfuerzos deben dirigirse a los votantes, lo otro son atajos que pueden no llevar a ningún sitio.

Feijóo no lo haría

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