Mucho frío, hielo y truchas

Mucho frío, hielo y truchas
Pepe Casal en el amanecer de A Ulloa | MP

Vilasenín, siete menos cuarto de la mañana. Pescadores de A Coruña y Ferrol se adentran en la lámina de agua –en la noche aún espesa– comentando que el termómetro del vehículo marcaba bajo cero. A los pocos minutos las anillas se llenan de la escarcha que se forma al circular el sedal, como ocurría hace muchos años en algunos días al inicio de la fría temporada. Caña al agua para que se derrita el hielo y poder lanzar. Aquí el cupo son tres piezas de más de 23 centímetros. Las pintonas están activas una hora escasa y algunos consiguen sus capturas. Después, amanecer frío y un frenazo en seco de las combativas truchas a las ganas de acudir a la llamada de los pescadores.


Alto Ulla, gentes de Padrón, Santiago y Lugo también arrancan la jornada con agua congelada en sus equipos. El río está complicado porque la maleza, interna y externa al caudal, dificulta mucho la acción de pesca. Y también, las truchas se muestran con ganas ‘de fiesta’ poco tiempo.


En la era de las redes sociales los ríos están más comunicados que nunca y en la mayoría el resultado es el mismo. Se esperaba frío y no faltó a la cita, con las aguas también gélidas en muchos puntos y ello condicionó la apertura. Pero hubo capturas, también en el sereno y a pesar de un ‘Nordés cabroncete’ que en algunos ríos provoca que los peces se refugien o no se muevan.


El primer día

Siempre buscamos el titular para la primera jornada pensando que marcará la temporada y la experiencia nos dice que cada día de pesca es absolutamente distinto.


Por ello, aunque hubiese gustado el sector de la caña de más actividad en los ríos, de más capturas, ‘sólo’ es el inicio y quedan muchas semanas de pesca, lo más recomendable es esperar a la primera de primavera, más acorde con la estación en la que entramos, que el invierno que ayer nos recordó a pescar en otras latitudes y otras épocas, con unas ‘xiadas’ de impresión pero con unas ganas de río que son el mejor combustible para acometer la fría noche.


A las 6 de la mañana

En esta temporada de restricciones, amén de todas las precauciones posibles entre pescadores (distancia, mascarillas, no compartir equipos, etc.) una de ellas afectó a la ‘salida’ desde los domicilios.


No son pocos los días en los que los ‘troiteiros’ comienzan un viaje de una o dos horas para llegar al río a tiempo de dar el primer lance cuando se inicia la jornada (una hora antes del orto). Eso significa salir de casa a las cinco de la mañana, o antes. Los más madrugadores (que suelen ser los de más éxito) llegaron ‘todos a la vez’ a sus tramos porque todos salieron a las seis de la mañana. Fue algo comentado en algunas zonas entre los pescadores, aunque evidentemente, se habló más de pesca que de restricciones. Ya tocaba.


Otro de los temas que se palpó a pie de río es el del estado de conservación de muchos cotos. Son áreas de pago. 4 euros cuesta un permiso de trucha, por ejemplo, mañana en el Tramo 1 del Mero, entre Guiliade y Limiñón. Es un ejemplo de un río casi impracticable por la vegetación y por los árboles caídos en su cauce. Como éste hay otros. Un pescador no cuestiona un tramo libre, por muy ‘desmadrado’ de naturaleza que esté y de restos de riadas que hayan quedado tras el invierno. Y no lo hace a pesar de que podría porque paga una licencia. Pero abonar un permiso para no poder pescar en unas mínimas condiciones unas pocas horas al día cabrea bastante al ‘usuario’.


Como en todo inicio de curso que se precie también hubo tiempo para expresar las inquietudes del colectivo de cañistas, sus motivos de alegría o de enfado.


Y todo cabreo se pasaba cuando una nueva trucha se lanzaba sobre el señuelo, aunque solo fueran dos o tres por la mañana, o dos o tres por la tarde. Y nada preocupaba; nada, solo pescar. Unas privilegiadas horas antes de ‘regresar al mundo’, eso sí, con un ratito para preparar otra vez bien todos los ‘trebellos’ y hacer un hueco, si acaso mañana o pasado, para volver al río.

Mucho frío, hielo y truchas

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