A los jueces se les está acabando la paciencia. Resulta particularmente bochornoso el espectáculo de ver cómo los dos partidos mayoritarios se reparten los puestos en los órganos de dirección de la Justicia como si se trataran de cromos. Así que han aprovechado su última reunión para realizar nombramientos a pesar de que el Gobierno pretende prohibírselo por ley. Esto sí que parece una carencia democrática más grave que las que acostumbra a ver Pablo Iglesias, dispuesto a lo que sea con tal de colocar algún juez afín en el Consejo, incluso a mantener la interinidad del actual.