Una multa por quejarse


MARÍA García, biotopo pata negra, tuvo mala suerte en el reparto de concejalías; en cuanto a las denominaciones, porque frente a pomposos nombres como Movilidad Sostenible, Participación Ciudadana o Regeneración Urbana a ella le correspondió uno tan vulgar como Medio Ambiente, que hasta parece propio de un Ayuntamiento gobernado por el PP y no por la Marea, nasía pa’ganá. Tanto debió ofenderle esa simpleza que decidió renunciar a su cometido –ella misma ha reconocido que la ciudad está muy sucia– y disfrutar de los erasmus con los que Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, premia a su colaboradores para que conozcan mundo. Pero la concejala no es la única que se ha dado cuenta de que A Coruña se va pareciendo cada día más a un estercolero, sino que también le ha ocurrido a muchos vecinos, algunos de los cuales han utilizado el 010 para quejarse al Ayuntamiento. La respuesta, edificante como tantas otras de la xente do común, ha sido amenazar a los protestantes con una multa... Quizá sería mejor empezar sancionando a quien no cumple sus obligaciones, ¿o no?

Una multa por quejarse

Te puede interesar