Políticos insensibles

Hay días en los que la actualidad política trae noticias frente a las que uno no sabe si reír o llorar. Resulta que en el Parlamento de Baleares, a iniciativa de los grupos de la izquierda se ha votado a favor de modificar la Ley de Capitalidad para que Palma de Mallorca, la capital de la isla, se quede en Palma, a secas. Es cierto que el Estatuto de Autonomía refiere que Palma es la capital de la isla, pero no es menos cierto que en el habla de la gente la ciudad comparece con el apellido que evita la confusión con sus homónimas canarias. Es la tercera vez, en ocho años, que se reproduce el debate del cambio de nombre. En este caso la iniciativa parte de la izquierda y en las anteriores fue obra del PP, que ha prometido revertir el cambio así recupere la mayoría en el Parlament.
Baleares tiene problemas reales que se reflejan en los datos del paro (102.800 desempleados, el 17%), en las carencias de la sanidad pública (demoras, saturación de las urgencias, enfermos en los pasillos de los hospitales) o en la masificación en las aulas y en algunos colegios la conflictividad de los alumnos. Mientras tanto, los políticos se entretienen con historias como la del cambio de nombre de la capital. Creo que es un evidencia de falta de seriedad y si se me apura hasta de carencia de sensibilidad. Tengo para mí que este es el tipo de debates que labran a pulso el descrédito de la clase política que los propicia. Y luego se quejan de que los ciudadanos les den la espalda según reflejan las encuestas del CIS. Ya digo, hay días en los que como observador de la cosa pública uno no sabe si reír o salir corriendo. ¡Qué país!

Políticos insensibles

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