PAN Y CORRALITO

La decisión de Cristina Kirchner de nacionalizar YPF es un atropello vil e inadmisible, que, además de atentar contra los intereses legítimos de una empresa española, supondrá una vuelta de tuerca más para una nación en permanente bancarrota y necesitada de inversión exterior, como es Argentina. ¿Quién va a invertir en un lugar donde se vulnera el Derecho Internacional e incluso el ordenamiento jurídico propio?

Ahora mismo han demostrado al mundo que no son de fiar, que su Estado de Derecho se puede “torcer” a conveniencia y que la seguridad jurídica es parecida a la que pueda haber en cualquier república bananera. Lo siento por Argentina. Hablamos de un país estrechamente vinculado a Galicia que acogió con generosidad a nuestros emigrantes. Una nación forjada en gran parte con el esfuerzo y el espíritu emprendedor que caracteriza a los gallegos. Por algo se dice de Buenos Aires que es la quinta provincia gallega.

De ahí que resulte doloroso ver cómo se desangran, víctimas de un populismo rancio, demagogo y autodestructivo. Hablamos del peronismo. Un virus letal que muta, se adapta y se arrima a la derecha o a la izquierda en función de los intereses de unos pocos. Una enfermedad que lleva arruinando desde los años 20 del siglo pasado, las aspiraciones de Argentina de llegar a ser una potencia económica. En definitiva, robando a los accionistas de Repsol YPF no se solucionan los graves problemas estructurales de Argentina. Tampoco los energéticos que han servido de coartada a esta jugarreta. Lo que han hecho es pan para hoy y “corralito” para mañana.

PAN Y CORRALITO

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