DE Íñigo de la Serna, ministro de Fomento hasta el estoupido de la moción de censura, se llegó a decir que era un clon de Feijóo salido de un laboratorio de Cantabria. Allí empezó su carrera política, que le llevó a ser alcalde de Santander antes de dar el salto al Gobierno. Ahora vuelve a la actividad privada, en la que no tendrá problemas para encontrar chollo, puesto que es ingeniero de Caminos. La razón de su marcha es bien sencilla: se sumó al club de fans de la niña Soraya y se comió la misma bofetada que ella en el congreso del PP. Marcharse es lo mejor que pueden hacer los derrotados. Queda claro también que de clon, nada de nada.