Todo queda en casa

Ala historia le gusta repetirse. Jugar a estirarse como un camino recto para luego retorcerse hasta formar un círculo sin fin. Y así acabamos arrastrados a situaciones en las que no podemos por menos que esbozar una media sonrisa, entre la resignación y el humor. Como saber que el dinero que un día salió de Venezuela rumbo a los colchones de los gallegos regresa décadas después. Para que todo quede en casa.
Después de todo, es el ciclo perfecto. El bisabuelo partió a hacer las Américas y volvió a la tierra con los ahorros suficientes como para que la siguiente generación descubriese lo que es ser propietario. De una casa y de un negocio, en el mejor de los casos. Una fuente de ingresos que dio después para que mamá tuviese estudios y una carrera profesional y empezase a guardar para el futuro. El futuro, cada vez más oscuro, pasó primero por el rumor  de que la caja ya no era fuerte y luego por el miedo a todo se perdiese. Hasta que resultó tener acento caribeño. Y en un giro que solo puede verse como cómico, la historia termina volviendo a empezar.
El país reemergente se sigue haciendo fuerte –la compra por 1.000 millones de una entidad rescatada por 9.000 es una jugada maestra– para que los de aquí sigan teniendo un destino al que emigrar. Tampoco es la peor perspectiva. De todos los males, el menor parece renunciar a la identidad galaica en favor de la esperanza. Y ya que Venezuela es una patria chica, es probable que al final quien maneje los activos sea algún descendiente de aquel bisabuelo viajero. Y que las penas con pan son menos; y saber que miles de trabajadores pueden dormir un poco más tranquilos con la idea de un puesto al que volver ayuda a que Banesco suene a salvación.
La cuestión de la cantidad dilapidada para salvar al sector bancario a costa de los recortes sociales mejor dejarla para otro momento. Que la idea de que hay un respiro dure un poco más de tiempo. Por aquello de tener las fiestas en paz. Podemos aprovechar las fechas para celebrar con ron y aprender a preparar arepas. Más vale prevenir.

Todo queda en casa

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