Violencia en las aulas

el último caso –conocido– de violencia en las aulas lo protagonizó una alumna de Formación Profesional del IES San Severiano de Cádiz que, en desacuerdo con la nota  de un examen, lanzo una barra de hierro a la cabeza del profesor que este pudo repeler y culminó su agresión abofeteando al docente.      
Últimamente son frecuentes las agresiones a profesores -y a otros profesionales, como sanitarios, policías y hasta a jueces-, que cumplen una función social. Aquí en Galicia una alumna y su madre agredieron en febrero a un profesor de la Universidad de Vigo, también por disconformidad con la nota del examen.  
La violencia que ejercen los alumnos con los profesores, además de agresiones físicas como las de Cádiz y Vigo, se manifiesta en maltrato verbal con insultos y amenazas, vejaciones, burlas o respuestas airadas cuando los docentes les recriminan por comportamientos disruptivos.
Lamentablemente, no es el único problema de la enseñanza. Un 25 por cien de los profesores asegura que existen otros, también graves, como actitudes reiteradas que provocan la interrupción brusca de la clase. Son alumnos que se niegan a trabajar, no traen los materiales didácticos, se levantan sin permiso, no paran de hablar, distraen y dan pequeños golpes o collejas a sus compañeros, les esconden el material y otras formas más sofisticadas. 
Sin duda, el deterioro del orden y la convivencia en las aulas se agravó desde que esta sociedad considera que corregir a un alumno es un trato vejatorio que puede frustrarle. Por eso España es el país de la OCDE en el que más tiempo invierten los profesores en poner orden en clase. 
Los alumnos, dice Gregorio Luri, “tienden a ser ruidosos y está muy bien que lo sean en el momento y lugar adecuados”, pero hay que enseñarles a controlar sus impulsos para que hagan lo que corresponde en cada situación  y lo que toca en clase es atender, respetar a sus compañeros y al profesor. Los juegos y bromas en el recreo.   
Los escolares deberían llevar aprendido este comportamiento, pero la cadena educativa se rompe en muchos casos en el entorno familiar. También fallan las autoridades que son incapaces de crear una cultura educativa del rigor y la disciplina, invistiendo de autoridad a los profesores y elaborando un código de conducta para la clase que deben conocer padres y alumnos. 
Eso hicieron países de nuestro entorno y tienen menor porcentaje de abandono escolar y mejores resultados en el informe PISA. 

 

 

Violencia en las aulas

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