Pandemias a la carta

Qué habremos hecho para merecer la que nos está cayendo? La ciudadanía vivía a golpe de sobresaltos, cada día uno nuevo que se acumula a todos los anteriores porque no caducan nunca y se cronifican. Tal es así que llegamos a convivir con ellos casi con total naturalidad cargando, eso sí, nuestra mochila sin fondo en la que todo cabe y que va minando nuestra deteriorada moral.   A veces la cabeza me lleva a pensar en esas mujeres maltratadas que buscan razones y se auto inculpan de las tropelías de su maltratador. No señores, no somos culpables los sufridores de la incompetencia y la mediocridad de algunos gobernantes más aún, somos sus víctimas inocentes. Nosotros sabemos que no tenemos una pandemia sanitaria en forma de virus asesino, tenemos pandemias varias y todas nos dañan sin sentir la más mínima empatía por parte de aquellos que tienen en sus manos nuestro presente y trituran sin piedad nuestro futuro. 
La naturaleza, hasta que no se demuestre lo contrario, ha instalado en nuestras vidas el Covid 19 y contra él luchamos todos salvo los más asilvestrados que no respetan sus vidas ni las nuestras, ya es bastante carga que nos angustia y nos roba a seres queridos de los que ni siquiera podemos despedirnos como se merecen. Es un enemigo común contra el que debiéramos enfrentarnos unidos más allá de las peleas políticas, pero no es así. A ese virus hemos de añadir otro, el 
que parece haberse inoculado en los organismos de los miembros de un gobierno que pretende apagar fuego con gasolina y acude al parlamento no a rendir cuentas sino a buscar en las fuerzas de la oposición las culpas de sus fracasos. Hay pues, otra pandemia política que ha introducido el odio y el enfrentamiento en forma de dos Españas que muchos habíamos dado por desaparecidas desde 1978. 
Otra pandemia apunta a la destrucción de la clase media, el auténtico soporte de nuestra sociedad que se va derritiendo como un dado de hielo al sol, diversas instituciones apuntan a que el año próximo cerca de un 25% de los españoles estarán en la pobreza severa y ahí está gran parte de esa clase media mal tratada y castigada y sin la cual se pone en peligro la paz social y la convivencia, un peligro real que no parece preocupar a nuestro gobierno. 
Es más, la parte podemita del ejecutivo de Sánchez parece tener como objetivo la destrucción del sistema constitucional y a costa, precisamente, de la sufrida clase media. Es como si quisieran cimentar su fallida revolución en el desorden impuesto, en este caso, por decreto gubernamental. Y sobre la pandemia económica no hace falta que insista mucho, cientos de miles de empleos destruidos, colas del hambre, empresas quebradas dibujan un negro panorama para millones de familias. ¿Les parece suficiente? A ellos no. Les faltaba contagiar a las estructuras del estado y enterrar a Montesquieu y se han puesto manos a la obra. 
La necesaria separación de poderes que alimenta a una democracia sana también está en riesgo con el atajo buscado por Sánchez e Iglesias para la renovación del CGPJ. Un país en el que la compañera de un ministro del ejecutivo, el de justicia precisamente, es la presidenta del legislativo y en el que otra exministra, también de justicia, que casualidad, es ahora la Fiscal General de Estado vicia también el poder judicial al que, además, pretenden trufar de dóciles magistrados que bendigan las acciones del gobierno. De nuevo les digo, tenemos pandemias a la carta, pero, no se hagan ilusiones, no podrán elegir, son todas contra ustedes, contra nosotros. Montesquieu ya no descansa en paz.

Pandemias a la carta

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