QUIZÁ sea consecuencia de un gen revirón provocado por la milenaria endogamia; quizá sea otro el origen, pero los chinos están presos de una fuerza irrefrenable que les obliga a copiarlo todo. Una camiseta, unos zapatos, un reloj... Que se anden con ojo los investigadores del Instituto Oceanográfico de Vigo, porque en dos días les clonan los pulpos en cautividad que producen. Los bichos, los primeros cefalópodos probeta del mundo, pesan ya dos kilos y, por lo tanto, son aptos para la comercialización. A ver cuánto tiempo pasa hasta que los restaurantes chinos empiecen a incluir el pulpo á feila en su menú. FOTO: unos pulpos, recién cocidos | aec