Poner orden o a sus órdenes

Leíamos que las proclamas de Marine Le Pen acaban siempre con una promesa: Poner en orden Francia. Como en la República nació en torno a la fraternidad, igualdad y libertad; la universalidad y el laicismo, lo que la candidata de la derecha francesa está anunciando, si gana las elecciones, es la exclusión de las leyes que establecen el orden y la convivencia ciudadana, que no excluyen a “los de fuera” y que no quieren uniformidad en el interior. 
O sea, poner a los ciudadanos a sus órdenes. Lo peligroso es que este mensaje, unido a las bravatas de Trump y sumando movimientos similares en Europa, forman espesos nubarrones que no auguran nada bueno. Esos son los xenófobos, los patrioteros, los que más que poner orden en las cosas lo que quieren es poner todo a sus órdenes, bajo su control.
Y aquí eso cueste lo que cueste: desde dinero contante y sonante para “ablandar” a catalanes y vascos, además de retirar los recursos presentados contra leyes autonómicas –nosotros, los gallegos, no contamos, somos tierra conquistada, verdad, señor Feijóo?– hasta recurrir al techo del gasto para que las votaciones se conviertan en una pantomima, pues la banca (el Gobierno, aunque esté en minoría) siempre gana. 
Y gana pues, aun ahora, aunque fue la lista más votada no ganó las elecciones, manda en todo lo que se mueve y para que nada se mueva sin su bendición y no hace falta que les haga la lista, pues ustedes son gente lista y solo tienen que mirar a su alrededor. Y así, con el pacto PP-PSOE y la ayuda del partido naranja, no se moverá nada aunque repitan que están abiertos a todo y que la Constitución necesita más que un arreglo –no solo un zurcido–, pues quedó pequeña, antigua.  
Poner en orden leyes y reglamentos, el itinerario que nos guíe por la vida, tiene que ver con mejorar la protección frente la pobreza, la justicia cada vez más entredicho, luchar contra las desigualdades, mejorar la participación ciudadana con una nueva ley electoral y haciendo honor al artículo de nuestra Constitución que ya hoy nos dice que “decisiones de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum”. Ese es, según parece, el escollo contra el que chocan una y otra vez los que piden ese derecho ciudadano. Regularlo es por un lado, poner orden y, por otra parte, poner a los políticos a las órdenes de los ciudadanos.

Poner orden o a sus órdenes

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