Reencuentro fabril

Sé que las armas son grifos de la muerte. También sé que el viejo adagio romano, “Si vis pacem para bellun”, ha sido sustituido por otras consideraciones no menos importantes: “Si deseas la paz, estudia las causas de las guerras”. Lo cierto, hecho histórico natural, es que las confrontaciones bélicas mantienen trágicamente el holocausto de héroes y el dolor de las madres a quienes les arrebataron a sus hijos  peleas absurdas entre los hombres. Así desde el asesinato de Abel por Caín hasta el terrorismo actual disfrazado de guerra santa...
Sin embargo, pese a estos crespones funerarios, las armas valen además como cosecha productiva y creación de puestos de trabajo. Ahí aparece Hércules de Armamento para dar continuidad a la espléndida factoría coruñesa. Por una vez no se ha desmantelado nuestro tejido industrial. Ignoro las condiciones, planes empresariales, situaciones de personal y lucha titánica de la antigua plantilla por sobrevivir. No obstante, de entrada, la diversificación de mercados, militar y civil, añadirá un plus de rentabilidad a la empresa fabril que inicia andadura.
No es que pretendamos sustituir el bienestar por cañones, sino poner el bienestar bajo la protección de los cañones. Hay mucha ironía sardónica en el pacifismo de salón –“un abogado con su maletín puede robar más que cien ladrones” (Mario Puzo)– que podríamos extender a hombres públicos en boca de todos. También Goering, jerarca nazi, quitando el seguro a su revólver si oía hablar de cultura, o el acento poético de Antonio Machado, “si mi pluma valiera tu pistola/de capitán, contento moriría”.
Pero es lo que hay. Sería más hermoso fundar una ONG. Pese a ello conviene buscar el lado bueno de las cosas. Rematemos con la pregunta de la actriz Mae West: “¿Eso de tu bolsillo es una pistola o simplemente es que estás muy contento de verme?”.

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