Esperando por Rivera

l furtivo encuentro de Ignacio Aguado (Ciudadanos) con Rocío Monasterio (Vox) sobre la futura gobernabilidad en Madrid nos ilustra sobre la insoportable levedad de las posiciones políticas de unos y otros cuando está en juego el reparto del poder en un escenario tan fragmentado como el que reina en España a escala nacional, autonómica y municipal.
Dicho sea porque se partía del proclamado veto del partido naranja a la dizque ultraderechista formación de Santiago Abascal. Véase como entre el no es no y el según y como la distancia es muy pequeña. Lo cual nos permite trasladar al ámbito nacional esta plantilla de análisis, en principio solo aplicable a la cuestión madrileña.
No le doy más rodeos al asunto. Es de mayor cuantía. Me refiero a las posibilidades de que Ciudadanos también pase del no es no al ya veremos en lo que atañe a la futura investidura de Pedro Sánchez como futuro presidente del Gobierno, en busca de la consabida confianza de la Cámara Baja, según mandato recibido por el rey Felipe VI.
También frente a los socialistas Ciudadanos ha pasado del declarado veto al PSOE a no descartar que “excepcionalmente” pudiera entrar en tratos. Un matiz que ha sido valorado por los analistas como una posibilidad, aun remota en estos momentos, de que, llegado el caso, Rivera quisiera utilizar su poder desbloqueante como una forma de desactivar cualquier tentación sanchista de volver a reclamar la complicidad de los separatistas catalanes.
Son palabras mayores. De mucho más alcance que lo que pueda resultar del actual guirigay en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Hablamos del hambre atrasada de estabilidad que tienen los españoles desde las malogradas urnas de diciembre de 2015. Y hablamos de la casi angustiosa necesidad de certidumbre que las fuerzas económicas tienen para que el crecimiento y la creación de empleo no se detengan.
Una reclamación de los poderes empresariales doblemente justificada ante el hecho de que el teórico socio preferente del PSOE sea Podemos, que es un partido en descomposición. Lo cual nos lleva a plantear dos interrogantes. En ellas habita el secreto de lo que se avecina en la política nacional.
El primero gravita sobre Cs, tercera fuerza a escala nacional. Y puede formularse así: ¿Está dispuesto Rivera a asumir que Cs es un partido escolta y no alternativa de poder, pero que, en nombre del interés general, está obligado a usar su poder desbloqueante de la gobernabilidad? El segundo se refiere a Podemos pero gravita sobre el presidente en funciones: ¿Está dispuesto Pedro Sánchez a ser el salvavidas político de Pablo Iglesias?
Crucen las respuestas y tendrán la clave de lo que nos aguarda en la Legislatura recién estrenada.

Esperando por Rivera

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