“Espadones” y torpezas

Las “Marruecas” de los exmilitares epistolares españoles nada tienen que ver con las escritas por J. Cadalso, también militar y también crítico, pero con otra prosa, talante, visión de la realidad y modo de someterla a la sana crítica.

En democracia, la queja global al régimen político de la nación corresponde al pueblo, en él se expresa, como es lógico, su voluntad. Otra cosa son los conflictos gremiales, grupales o individuales, donde lo que se dirimen son derechos sociales y laborales, nunca el destino político de España. No corresponde a los militares inmiscuirse en un ámbito en el que no soportan más legitimidad o compromiso que aquel que les otorga su condición de ciudadanos y haber sido sus garantes.

Media en este acto además de la inoportunidad, la torpeza. No en vano producen un enorme daño a la institución porque con estas cartas vienen a desprestigiar y poner en la picota a un ejército moderno, entregado a su misión y no contaminado por ningún devaneo golpista, sin embargo, acciones como estas niegan esa evidencia, especialmente en el discurso de esos sectores políticos y sociales que viven de desprestigiar al Estado y sus instituciones. Es a ellos a quienes favorecen a la hora de equiparar voluntades autoritarias y justificar crímenes execrables. A ellos a quienes dan razón esos que de ellos se quejan con sus razones en la torpe sinrazón de una misiva sin remite institucional ni legitimidad democrática.

“Espadones” y torpezas

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