Lección de coraje en La Falperra

En esa larga y absurda guerra que desde hace tres años y medio Xulio Ferreiro libra contra los vecinos y comerciantes de La Falperra, el Gobierno local acaba de encajar otra dura derrota. La lección de coraje de los habitantes de este barrio ha sentado cátedra. Convencidos de que la razón estaba de su lado, y sin acabar de comprender los motivos de la cerrazón de Ferreiro, los defensores del centro de salud de Santa Lucía pidieron cinco proyectos a otros tantos profesionales del sector.
Saltándose a la torera todas las premisas de la falsa participación sobre la que la Marea Atlántica construye sus disparatadas teorías, el alcalde ni siquiera se tomó la molestia de sentarse y escuchar. Lo llevamos denunciando desde el primer día, la sordera de Xulio Ferreiro es la peor que un administrador de lo público puede padecer: la del que no quiere oír. Esta semana ha trascendido que Ferreiro y sus fontaneros ya no tienen quien les toque las palmas. La Consellería de Sanidade, elegante y bienintencionada, trasladó las cinco propuestas a su departamento técnico. Las conclusiones deberían sonrojar al equipo de Gobierno. 
Primero: el edificio del mercado, que no tiene ningún tipo de protección, ofrece espacio de sobra para acoger el equipamiento sanitario, la actividad comercial e incluso zonas de uso común. Segundo: La mayoría de las propuestas organizan el centro de salud en una sola planta, y las que proponen dos plantean accesos adaptados e independientes desde la vía pública. Tercero: es posible separa los usos sanitarios de los comerciales, ubicando ambos en un mismo edificio.
En resumen, cualquiera de las cinco propuestas, o todas ellas debidamente combinadas, desarman los pobres argumentos que Ferreiro lleva mascando desde su llegada a María Pita. Las razones de su rechazo hay que buscarlas entre los cajones del sectarismo, del empecinamiento y del ataque indiscriminado a unos vecinos dispuestos a pelear por lo que consideran justo.
Si Ferreiro, Varela y los que se esconden en la sombra analizasen la historia reciente de la lucha vecinal de La Falperra se irían a sus casas. El barrio no olvida que los quisieron convencer de que el Paseo de los Puentes está a 500 metros del nacimiento de Federico Tapia. No perdona los intentos por colarles un edificio vertical impropio, o una parcela ridícula en la propia calle que da nombre al barrio.
Por encima de todo, los vecinos de La Falperra se han ganado el derecho a ser tratados con dignidad y respeto. A que les construyan un centro de salud moderno y funcional. Se lo merecen, lo mismo que en Os Mallos —y en toda la ciudad— se merecen una Intermodal del siglo XXI. Lo mismo que se merecen los cooperativistas del Ofimático. Ferreiro no es, ni por asomo, el alcalde que esta ciudad se merece.

Lección de coraje en La Falperra

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