El derecho del gallo al canto mañanero

Maurice se podría haber apellidado Chevalier e interpretar películas musicales o cantar en los cafés de París. Pero este Maurice no tiene apellido e interpreta sus temas en un gallinero, pues es... un gallo. Vive en una granja propiedad de Julien Papineau, cuyos vecinos, al menos dos de ellos, no son amantes de los quiquiriquís mañaneros, pues demandaron a la dueña del ave, porque esta cantaba demasiado temprano. El juez los ha condenado a indemnizar a Papineau y a Maurice con 1.000 euros por daños y perjuicios. Si la mujer transforma la granja en un arca de Noé, entre mugidos, ladridos y rebuznos a deshora se puede forrar.

El derecho del gallo al canto mañanero

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