Caballero y su singular espejo

Como en su día ya había sucedido con Francisco Vázquez en A Coruña, su mayor émulo, Abel Caballero, anda muy cabreado después de que una sentencia le obligue a permitir que los no empadronados en su ciudad puedan disfrutar de una tarjeta que ofrece descuentos en el transporte público. Vázquez se quejó de que los coruñeses pagaban sus impuestos para que otros disfrutaran y Abel, cómo no, clavó el discurso. Eso sí, el exembajador desistió pronto de su intento y el regidor vigués amenaza con recurrir la sentencia. Ya veremos si al final se decide a dar ese paso.

Caballero y su singular espejo

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