LA CÓLERA DE DIOS

El ataque “pueril” de Esperanza Aguirre a Ahora Madrid, y en especial a Manuela Carmena, no es nada más que el pensamiento simple y el desprecio que cierta parte de la población le atribuyen a lo que no conoce ni tiene interés por conocer. Es la contestación, a través de esta señora, de un mundo de tópicos y miedos propagandísticos que quieren trasladar a la población para seguir sin ser descubiertos en su ignorancia. Ignorancia que nunca amparará el dinero. Porque sí señores, los ricos también son analfabetos aunque parezca que saben y están demasiado preocupados en seguir no mirando las facturas mientras se las explican a los demás.
Si Esperanza Aguirre pudiera, seguiría convocando elecciones hasta que las ganara. Ahora está preocupada en convencernos de frentes antibolivarianos o constitucionalistas o antisoviets. ¡Qué sabrá ella!
Representa a una política que nunca ha tenido que dar explicaciones; como en su casa, se pasea por las calles como si las hubiera comprado. Le falta poco para ser proabortista o lo que sea, para evitar que Ahora Madrid gobierne; mientras, le echa un pulso a Mariano Rajoy y a su tancredismo. Creo que su problema es que nunca le dijeron que estaba haciendo el ridículo; es sospechoso que siempre esté rodeada de hombres que la miran con admiración babosa ¡qué secretos tendrá! No entiendo que esta derecha no se haga más culta, más democrática, menos establishment. Parece que la cultura se va quedando por el camino. Lo que está en crisis no es una forma de hacer política, que también, es una forma de ser. Solo hay que ver las cadenas de radio o televisión que los representan, su argumentario ideológico y cómo necesitan siempre la demonización del otro hasta el miedo, el terrorismo como la imagen de los infiernos.
Hoy el PP para pactar es un partido apestado porque no ha atendido a los que tenía que atender con esa mayoría absoluta. La regeneración se fue convirtiendo en degeneración, la caries en infección, atrapados en su soberbia que encuentra su máxima expresión en Esperanza Aguirre. A ella solo le falta repetir, en un barco lleno de monos desesperados, mientras se encamina a la muerte política: “Soy Aguirre, la cólera de Dios”.

LA CÓLERA DE DIOS

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