MASAFUMI YAMAMOTO

La ciudad de A Coruña se honra con dos amplias muestras del grabador japonés Masafumi Yamamoto: Viento de invierno, en la galería Atlántica, y Transcurso, en el Palacio Municipal. Aunque nacido en Japón en 1947, vive en Barcelona desde principios del 70 y es allí donde se inicia en el grabado, al que consagrará su vida. Ciudades de agua, caminos de la tarde, alas en llama, árboles, oxidaciones…, los transcurrires de la vida y del tiempo, en suma, son algunas de las imágenes poéticas que incitan el buril de este profundo y exquisito artista que sabe trasladar a un lenguaje contemporáneo el leve y delicado sentir de la herencia zen japonesa y de la escuela del Ukiyo-e, transformando lo que allí era reflejo de la vida cotidiana en expresión de las pulsiones más íntimas y abiertas a lo innombrable, a lo desconocido; es decir, a la corriente del ser, al fluir eterno de las formas que van y vienen en un continuo e inestable pasar.
El color y el grafismo centran su atención, se aúnan en suaves tonalidades, en volanderas líneas, en trazos ondulantes para sugerir espacios estelares con estelas y vibraciones de fugitivas luminarias y espacios terrestres, por los que circulan huellas, heridas, surcos, caminos…; músicas, en fin, en tono menor, que es el de las emociones y del lirismo del alma, que es el que permite entrar a las indefinibles  regiones de la armonía que nace tras haber asumido el dolor. Es entonces cuando uno se encuentra con la maravilla, con el milagro de la belleza de lo humilde, de lo auténtico, de lo pequeño; como estos pequeñísimos grabados que ilustran sus mini libros.
Es un trabajo de orfebre el que realiza Yamamoto, componiendo con minúsculos collages de sus propias estampaciones universos ricos en sugerencias. Lo que aparece, entonces, es pura sorpresa, signos de un lenguaje aún no cifrado, escritos en el marfileño papel, que vale tanto como decir en el aire. Así lo dice nuestra gran poeta Eva Veiga en el poema que da nombre a la exposición del Ayuntamiento: “Geometría de la voz señalando lo sin nombre”. Y lo sin nombre que tiene tantas lecturas, tantas seducciones poéticas, se levanta por un paraje misteriosamente siena, como un astro rojo y solitario. Los versos de Gimferrer, de Joan Brossa, de Michel Butor, de Chantal Maillard, de Bonnefoy… encuentran en sus ligeros trazos, en sus acordados matices, en sus muy cuidadas construcciones al intérprete feliz que consigue que el reino de las imágenes se amplíe hasta el infinito.

MASAFUMI YAMAMOTO

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