¡Vaya momio!

Decididamente, de mayor quiero ser eurodiputado. Ahora me explico por qué hay bofetadas para calentar asiento en los estrados europeos. Varios periódicos han dado cifras al respeto que encenderían los colores de indignación a los “felices” mileuristas y ya no digamos a los millones de españoles que no tienen un pan que llevarse a la boca. Resulta que un europarlamentario español cobra 1.505 euros más al mes que Rajoy y cada parlamentario de los de marras cobra por su cara bonita 8.020 euros al mes, aunque algo le quitan por impuestos. Claro que, para que el coitado no llore, le “regalan” mensualmente otros 4.299 euros más para que atienda su gestión en la oficina, o cuide su teléfono o envíe sus cartitas a mamá, a la novia o a la santa esposa que rumia en España, mientras él –o ella– “trabaja” en Bruselas, pongo yo por caso.
También puede adquirir ordenadores, si se tercia. Quien dice Bruselas, dice Estrasburgo, donde los eurodiputados cocinan el bacalao. Se mire por donde se mire, es un chollo “macareno”, pues mientras don Mariano se “consuela” con 6.500 euros al mes y un diputado raso de Madrid “sólo” gana 5.200 mensuales, estos niños bonitos –o niñas bonitas– de papá se levantan una pasta gansa, sólo por cruzar los Pirineos. Y es que, dicho así, resulta que esto es un cachondeo: los eurodiputados ganan más que un ministro del Gobierno español y, puestos a ser claros, lo hacen tan mal como nuestros ministros. Y a toda esta ceremonia de los “millonetis” eurodiputados tienen que sumar las dietas que reciben por los gastos devengados “durante el ejercicio de sus funciones”, como ya dijimos antes. Claro que si estos chicos –o chicas– hacen novillos, “latan” a las sesiones y tienen faltas sin justificar, se les reducen las dietas (¡faltaría más!). Pero, en contraposición, tienen pagados todos los viajes, reciben dietas de estancia y algunos otros gastos que puedan surgir.
Pero aquí, en España, su hijo de usted –con carrera y dos “master”– apenca con 600 euros al mes, cuando tiene la suerte de lograrlos. ¡Porca miseria!

¡Vaya momio!

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