Todos a la cárcel

El título de la película de Berlanga adquiere rabiosa actualidad en relación con la vieja cárcel de La Coruña, tantas veces aludida por coruñeses y, entre ellas, por el periodista vernáculo Manolo Rivas, y recientemente por Unión Coruñesa y de manera concreta por su presidente, Carlos Marcos.
Un notable coruñés ha hecho llegar al partido en cuestión un reportaje fotográfico del que ya se hicieron eco los diarios y en el que se refleja la situación de abandono del histórico centro de detención. En efecto: la situación del edificio es de abandono por la dejadez de todas las administraciones con intereses en este obsoleto edificio  que, sin embargo, tiene cierto valor arquitectónico… todavía.
Si se tratase de una propiedad particular, ya el Ayuntamiento –que es presa de una fiebre de multas– habría sancionado al propietario y las administraciones habrían caído sobre él para forzarle a reparar el inmueble. Pero como la propiedad es de la Administración sólo cabe valorar como dejadez de sus funciones y responsabilidades la nefasta actuación administrativa. Se trata de un edificio peculiar por su construcción y por su historia. Sin duda un valor potencial que sufre el desprecio de los políticos. Una oportunidad que podría generar riqueza para la ciudad.
Urge que el alcalde intervenga para aclarar la situación del recinto y exigir responsabilidades, así como para agilizar definitivamente la cesión del edificio –o lo que de él quede– al Ayuntamiento.
Me consta que Unión Coruñesa  se ofrece a exponer al Gobierno Municipal, si éste lo solicita, un proyecto de aprovechamiento del recinto carcelario que supondría la captación de un flujo de visitantes superior a las 50.000 personas al año, que harían del tema un proyecto sostenible y se abriría una nueva oferta que no tiene competencia ni parangón en nuestra comunidad autónoma para poner en valor este peculiar edificio propiedad de todos los coruñeses. Conste.

Todos a la cárcel

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